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La princesa Mako sufre estrés postraumático
La Casa Imperial ya ha confirmado la fecha de su boda con su prometido, a quien conoció en la Universidad
La princesa Makode Japón, hija de los príncipes Kiko y Fumihito –el príncipe heredero Akishino– sufre un trastorno de estrés postraumático, según ha confirmado un portavoz de la familia a través de la Agencia de la Casa Imperial. La «complicada» situación por la que atraviesa la joven, de 29 años, se debe a las constantes críticas que ha recibido por su firme decisión de casarse con su prometido, un plebeyo, KeiKomuro, a quien conoció cuando ambos estudiaban en la universidad de Tokio y cuya familia además se ha visto envuelta en un escándalo por una deuda de la madre de él con su exnovio, a quien le pidió 31.000 euros prestados para sufragar los estudios universitarios de su hijo. Komuro se ofreció a saldar la deuda, pero el revuelo provocó que abandonara el país para continuar sus estudios en Nueva York y la boda, prevista para 2018, se retrasó.
El príncipe Akishino, heredero al Trono, dio su aprobación en 2020 a la boda de su hija, pero con la condición de que el prometido tenía que solucionar este incidente, algo por lo que fue bastante cuestionado. «Nunca ha habido ataques tan virulentos contra miembros de la Familia Imperial. Pensábamos que la familia había hecho una transición sin problemas a la nueva era (que comenzó con la llegada de Naruhito al trono), y no esperábamos que el asunto del matrimonio alcanzara esta dimensión. Ahora la familia del heredero está siendo cuestionada», afirmaba un representante de la Agencia de la Casa Imperial. Kiko de Japón señalaba también que, aunque había aspectos en los que no estaba de acuerdo con su hija, quería «respetar al máximo sus sentimientos y felicidad».
La sobrina del emperador Naruhito «tenía miedo de que sea imposible cumplir su deseo de tener una vida tranquila y feliz después de casarse», ha explicado el portavoz familiar, además de confirmar la fecha definitiva del «sí, quiero»: el próximo 26 de octubre.
Mako y Kei Komuro celebrarán una boda normal, muy alejada del boato propio de un enlace real y sin contar con ninguno de los ritos ancestrales de la Familia Imperial. No se celebrará, por tanto, ni el Nosai no Gi –ceremonia de compromiso oficial en la que los allegados de los novios intercambian obsequios– ni tampoco el Kokki no Gi –jornada en la que se anuncia la fecha oficial del «sí, quiero» y los contrayentes se reúnen con el emperador y la emperatriz. La pareja se limitará a registrar su unión y ese mismo día ofrecerán una rueda de prensa.
Tras la boda, la pareja fijará su residencia en Nueva York, donde Komuro vive y trabaja como abogado. Además, al casarse con un plebeyo, la princesa Mako renuncia a la dote de más de un millón de euros que recibiría como princesa al contraer matrimonio.
«Hay cosas en las que estamos de acuerdo y en desacuerdo, pero queremos decirnos que creemos que es necesario y me gustaría respetar los sentimientos de mi hija mayor tanto como sea posible. Como madre, estoy teniendo muchas conversaciones con mi hija para poder aceptar sus sentimientos y pensamientos», afirmó la princesa heredera Kiko, madre de Mako, sobre los planes de su hija. Además, sobre su segunda hija, la princesa Kako asegura que «me gustaría escuchar sus pensamientos con antelación y apreciar las conversaciones familiares».
Aunque tanto los padres de Mako como el emperador han aprobado la unión con un plebeyo, la ley nipona establece que solo los varones pueden aspirar al trono, perdiendo así las mujeres la condición de princesa al casarse con alguien ajeno a la realeza.
La escasez de varones en la familia real de Japón ha provocado que solo queden dos personas en la línea de sucesión (Akishino y su hijo Hisahito) por lo que esta podría extinguirse dado que la ley establece que la mujer no puede acceder al trono. La posibilidad de abolir la ley sálica ya ha sido rechazado.
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