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La marca Kate Middleton se disparó en plena ocultación: ya supera a Biden y Trump
Sus redes sociales no dejan de sumar seguidores y en Estados Unidos las búsquedas sobre la mujer del heredero superan a las del propio Joe Biden o Donald Trump en la antesala de las elecciones
El cáncer de pulmón que terminó con Jorge VI, padre de Isabel II, fue tan celosamente guardado que su muerte conmocionó a una nación que ni siquiera se había dado cuenta de que estaba muy enfermo. Con Isabel II se siguió el guion. Por mucho que el mundo cambiara a su alrededor durante los 70 años que estuvo en el trono, las costumbres de Palacio, las relativas a la privacidad de su propia salud, permanecieron intactas.
Cuando falleció en 2022, la causa oficial fue simplemente «vejez». Pero, según una biografía publicada dos meses después por Gyles Brandreth, amigo del marido de la soberana, la reina padecía un mieloma, una rara forma de cáncer óseo. La Familia Real pretende ahora seguir operando como si viviera en un mundo en el que el público les creerá cuando presentan un parte médico como algo «rutinario» o «planificado». Pero las reglas de juego han cambiado.
Lejos de ese halo de misterio que defendía en el Siglo XIX el escritor Walter Bagehot –«para mantener la magia de la realeza se tiene que mantener a salvo de la intrusiva luz del día»–, la transparencia es lo único que puede garantizar ahora la supervivencia de la institución. Y a pesar de sus siglos de práctica, el «Kategate»ha puesto en evidencia las dificultades de la Casa Windsor para encontrar ese balance entre la imagen de la que tanto depende la Corona y la privacidad que tanto anhelan sus representantes.
De lo que no hay duda es que la crisis no se está gestionando de una manera adecuada. «Han pecado de ingenuos», destaca el reputado cronista real Robert Jobson. «Si tienes a una de las mujeres más fotografiadas del mundo, no puedes pretender que la gente esté luego tres meses sin saber nada de ella», argumenta.
Cuando a principios de esta semana salió a la luz el vídeo grabado por un ciudadano donde se mostraba por primera vez desde Navidades a la princesa de Gales en plena acción saliendo de un supermercado junto a su esposo William, quizá Palacio pensó que así se calmaría toda la histeria. Pero nada más lejos de la realidad. Tan sólo segundos después, las teorías de la conspiración volvían a tomar la batuta: esa no es Kate, ella no anda así, ese pelo es muy largo, esa cara no es la suya. Millones de ciudadanos están convencidos a día de hoy de que se trata de una doble. Conclusión: los rumores no van a terminar hasta que no haya aparición oficial.
Megaestrella
Hasta entonces, la bola de nieve sigue creciendo a ambos lados del Atlántico. Pero la «marca Kate» se ha disparado. Las cuentas oficiales de Instagram y X (Twitter) de los príncipes de Gales han sumado en los últimos meses más de 200.000 seguidores. La intriga sobre el «Kategate» llega hasta tal punto que en el propio Estados Unidos –que se independizó de la corona británica en 1776– las búsquedas sobre la mujer del heredero al trono superan a las del propio Joe Biden o Donald Trump, estando el país en plena antesala de las elecciones generales. Inaudito.
Kate Middleton es ahora una mega celebridad. Tiene el tipo de fama que tanto anhela su cuñada. La táctica de Meghan Markle fue la de gritar a los cuatro vientos y hacerse escuchar a través de todas las plataformas posibles. Funcionó por un tiempo. Pero la atención sobre los duques de Sussex ahora ha caído en picado. La presentación de su nueva marca de estilo de vida, American Riviera Orchard, con la que se reinventa y reivindica como influencer, apenas ha tenido repercusión, aunque por el momento se conocen pocos detalles.
Por lo tanto, pese a la larga lista de errores del Palacio –entre ellos, los polémicos retoques a la foto familiar que sacaron por el Día de la Madre–, la lectura que puede hacerse es que simplemente el mundo no puede estar sin saber de Kate. Pese a que el 55 por ciento de los británicos, que son los que al fin y al cabo tienen la última palabra sobre la Corona, aseguran haber escuchado teorías de conspiración en torno a la princesa de Gales, la popularidad de la Familia Real se mantiene en los sondeos. Es más, la de Carlos III ha aumentado tras revelar más datos sobre su salud y la de Camilla, que es la que lleva ahora el peso de los actos públicos, también se ha visto favorecida.
Eso sí, Palacio debe adaptarse a los nuevos tiempos. En una era en la que Internet desdibuja las líneas de la verdad, la marca real debe permanecer intacta, de ahí la importancia de aprender de los errores para no repetirlos. En la autenticidad reside la confianza de la Corona; un vínculo, una vez roto, se convierte en un abismo difícil de salvar.
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