Estilo
Los sábados de Lomana: Balenciaga, maestro de maestros
Chanel llego a decir de él que era el único modisto de verdad, que sabía coser y dominaba todos los pasos necesarios para la confección de una prenda de ropa
Guetaria es un precioso pueblo de Guipúzcoa en el que se come el mejor besugo del mundo y que ha dado hombres tan importantes en la historia como Juan Sebastián Elcano, el primer marino que dio la vuelta al mundo en la época del emperador Carlos I y nuestro gran creador. Cristóbal Balenciaga, maestro de maestros capaz de crear un estilo propio en un momento que había grandísimos modistas en París, como Vionnet, Lanvin, Chanel. Chanel llego a decir de él que era el único modisto de verdad, que sabía coser y dominaba todos los pasos necesarios para la confección de una prenda de ropa. Christian Dior empezó en el mundo de la moda mucho más tarde que él, después de la Guerra Mundial y al que Balenciaga no reconocía su talento quizá por celos. Sin embargo, Dior consideraba al gran modisto como el director de una orquesta, en la que el resto de diseñadores seguían sus órdenes.
Balenciaga comenzó su carrera como modista en San Sebastián en 1917. Con una tienda en la calle Vergara. Cuando decidió irse a París huyendo de nuestra guerra ya tenía una gran experiencia personal, profesional y comercial. Era el año 1936. Su aterrizaje en París no fue fácil, era una ciudad muy sofisticada con un gran conocimiento de la moda, nada que ver con su clientela española, mucho menos exigente. Abrió su tienda en París en el número 10 de la Avenida George V, una de las calles más elegantes de la ciudad. Allí organizó su primer desfile que para nada fue un éxito. Él se sintió como un provinciano, sentía que no tenía entidad propia y debía hacer algo diferente, pues su propuesta no se diferenciaba ni superaba a los modistas del momento especialmente su adorada Madeleine Vionnet.
Las grandes papisas de la moda como la directora de «Harper’s Bazar» no estaban entusiasmadas con sus propuestas, así que decidió un cambio radical e inspirarse en la cultura española, en sus grandes pintores, en la corte de los Austrias, tan elegante, dominando el negro con sus golas blancas. También se apropió de la chaquetilla de torero y la mantilla como referente. Era un arquitecto de la moda y los volúmenes, rompiendo todo lo conocido hasta el momento. Creó el vestido túnica, el vestido globo, el «babydoll» o la «Lines Infanta», inspirada en la Corte. Vestidos con forma de miriñaque que actualmente se están volviendo a repetir. Nunca dejó de reinventarse, la competencia a pesar de su enorme talento era enorme de la misma forma que su caprichosa clientela. Las clases altas y adineradas de la sociedad y la aristocracia como Grace Kelly, la duquesa de Windsor, Gloria Guiness, y muchas más después de la guerra enloquecieron con Christian Dior que abrió su salón y su primer desfile en 1947 con su «New Look», acompañado de un perfume icónico, Miss Dior, dedicado a su hermana pequeña presa por los alemanes al militar en la resistencia francesa.
Cristóbal Balenciaga Eizaguirre tuvo dos personas fundamentales: la marquesa de Casa Torres que fue su protectora y con 12 años se atrevió a reproducir un vestido que la marquesa llevaba puesto dejándola sorprendida. Ella le ayudó a dar el salto de Guetaria a las mujeres más elegantes de la alta sociedad española. Otra persona imprescindible en la expansión de su negocio fue Wladzio d’ Alttainville, su gran amor. Un gran esteta parisino. En ese tiempo desdobló la firma creando una segunda línea más asequible con un guiño al apellido de su madre EISA. Ella se apellidaba Eizaguirre. En eusquera que era la lengua materna de Balenciaga la Z se pronuncia como S, de ahí este juego de palabras tan bonito. No se pierdan la serie de Disney sobre su vida, una maravilla que tuve la suerte de ver en primicia.
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