Videos

Concha García Campoy, protagonista de la noticia más triste

Concha García Campoy, protagonista de la noticia más triste
Concha García Campoy, protagonista de la noticia más tristelarazon

Cuesta usar tiempos verbales en pasado para hablar de alguien que había hecho de la actualidad y el pulso informativo una forma de vida. La periodista Concha García Campoy falleció ayer, en el hospital La Fe de Valencia –donde había sido ingresada el lunes– a consecuencia de un «fallo hepático agudo». Con su despedida, a los 54 años, se lleva tras de sí el valiente testimonio de la lucha contra la leucemia y el infatigable entusiasmo que mostró desde que en enero de 2012 anunciara, a través de su cuenta en Twitter, que padecía esta enfermedad. «Compañera irrepetible», como la definen desde la Academia de las Ciencias y las de Televisión –organismo del que la periodista era portavoz–, pocas como ella soportaban un primer plano con esa dignidad que la caracterizaba y eran capaces de transmitir tanta calidez y verdad a través de su voz. Profesional anfibia, capaz de desenvolverse con pasmosa agilidad en esos dispares ecosistemas que distinguen la vorágine de los platós y la inmediatez que define el trabajo en las ondas, era capaz de convencer a los espectadores ante la cámara y el micrófono, con la máxima inviolable del rigor como horizonte. «La radio ha sido muy importante en mi vida, fundamental, la radio me ha enseñado a vivir, no solamente a trabajar, porque la radio es muy verdad. Y la televisión me ha dado muchísimas oportunidades. Porque la televisión es espectáculo, es fascinante, pero la televisión también es y debe ser verdad», declaró la propia García Campoy cuando en febrero recogía el Premio Joaquín Soler Serrano en reconocimiento a su trayectoria profesional.

Nacida en Terrasa (Barcelona) en 1958 –hija de padres andaluces–, pronto se trasladó a Ibiza, donde iniciaría su dilatada trayectoria profesional. Allí dirigió el programa «Antena Pública» en 1979. Cinco años más tarde, aprobó las oposiciones al ente público de Radio Televisión Española (RTVE) con la mejor nota y pasaría a formar parte de los Servicios Informativos de TVE en Baleares. Apenas seis meses más tarde, ya había captado la atención de los directivos de Madrid, que la reclamaron para el informativo de las 15:00 de la tarde, donde compartiría mesa con Manuel Campo Vidal.

En 1987 su camino profesional se desvincula de la pública –a la que volvería en 1991 para presentar «Mira 2»– al ser fichada por la Cadena Ser, donde se convertiría en la artífice y presentadora de uno de los buques insignia de la radio, el magacín «A vivir que son dos días», que pervive en la actualidad con el mismo nombre. Desde entonces, su forma de entender la profesión y su estilo informativo le hicieron participar en proyectos de distintos canales y emisoras, como Antena 3, Telecinco –la última cadena a la que estuvo vinculada profesionalmente y en la que presentaba los informativos matinales–, Onda Cero y Punto Radio, entre otras.

Sin embargo, además de convertirse en una referencia en el ámbito profesional –recibió numerosos reconocimientos como la Antena de Oro, el Micrófono de Oro y el Premio Ondas, entre otros–, en los últimos años de su vida también se ha convertido en un ejemplo de lucha personal. Después de que tuviera que abandonar su carrera para tratarse de la leucemia que padecía, fue sometida a un transplante de médula en 2012 y este año recibía un transplante de sangre de cordón umbilical. A pesar de su incansable lucha para combatir la enfermedad, finalmente fallecía ayer como consecuencia de un fallo hepático. Profesional de prestigio y admirada por sus colegas, su testimonio, valiente y esperanzador, se ha convertido en un símbolo de coraje. Como muchos de sus compañeros recordaban ayer en Twitter, entre ellos, Juan Ramón Lucas: «Tu fuerza nos alentó, ahora lo hará tu ausencia».