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Concha Márquez Piquer, la copla pierde el apellido

La artista, de 75 años, será enterrada mañana en el panteón familiar del cementerio madrileño de San Isidro

Cuando hace un mes tuve ocasión de hablar con Ramiro Oliveros ya me dejó entrever que su esposa, Concha Márquez Piquer, no estaba bien: «Se encuentra un poco pachucha por culpa de unos problemas respiratorios, pero parece que está mejorando y la van a mandar a casa estos días», me dijo confiado en que podría recuperarse. Pero los malos augurios que se convirtieron en negativos rumores han tenido un final dramático. La artista fallecía ayer, a las cuatro de la tarde, por un fallo cardiaco. Llevaba treinta y cinco días ingresada en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital madrileño Quirón debido a sus problemas físicos, una insuficiencia respiratoria severa que derivó en una fuerte infección pulmonar de la que no se pudo recuperar.

Será enterrada, mañana, en el panteón familiar del cementerio de San Isidro, allí donde la «espera» su madre, la recordada Concha Piquer, una de las mayores artistas de la historia musical española de todos los tiempos. Por expreso deseo de su familia, será velada y enterrada en la más estricta intimidad.

MADRID, 18/10/2021.- Fotografía de archivo tomada el 02/03/2017 de la tonadillera Concha Márquez Piquer
MADRID, 18/10/2021.- Fotografía de archivo tomada el 02/03/2017 de la tonadillera Concha Márquez PiquerZipi ZipiEFE

Concha Márquez Piquer nació el 31 de diciembre de 1945 en Buenos Aires, y se ha ido de este mundo a los 75 años, tras más de cuarenta al lado de su segundo marido, Ramiro Oliveros, con quien tuvo a su hija Iris. Curro Romero, con el que se casó con tan solo 17 en 1962 en la iglesia madrileña de San Jerónimo El Real, fue su primer esposo. Durante ese matrimonio nacieron otras dos hijas, Coral, fallecida en 1986, a los 19 años, en un accidente de coche en Estados Unidos, y Conchitín. A los pocos días de perder a su hija, pude hablar telefónicamente con ella y me confesó que «es como si me faltara un brazo, estoy desolada».

Coral quería seguir los pasos musicales de su madre y su abuela, intentaba abrirse camino como cantante solista del grupo Avenida Pasión. A pesar de que su estilo era moderno, dicen que cantaba coplas como los ángeles. Concha se separó de Curro en 1979, les concedieron el divorcio tres años después, pero ella siempre se negó a concederle la nulidad eclesiástica.

El gran amor de su vida

Fue una cantante admirada y querida, debutó a los 24 años en un escenario durante un festival benéfico en el madrileño Teatro Calderón. Un año más tarde, exactamente el 21 de junio de 1970, se presentó en el Teatro de la Zarzuela de la misma ciudad acompañada de una orquesta de treinta y cinco músicos. Era una mujer de fuerte carácter y, al mismo tiempo, mucha ternura. Se hacía querer. Culta, inteligente y de gustos exquisitos, contaba con amigos en todos los estamentos de nuestra sociedad.

Concha Márque Piquer presenta su disco 'Desde mi rincón' junto a su marido, Ramiro Oliveros, a 11 de diciembre de 2003, en Madrid (España).
Concha Márque Piquer presenta su disco 'Desde mi rincón' junto a su marido, Ramiro Oliveros, a 11 de diciembre de 2003, en Madrid (España).Europa Press ReportajesEuropa Press

Su madrina de bautizo fue Evita Perón, a la que la fallecida quería como a una segunda madre. Así me lo confesó la última vez que hablamos, el día de la presentación de sus memorias, «Yo misma», en 2017. Entonces me confesó que «Ramiro es mi gran amor, el hombre al que más he querido y con el que deseo estar hasta que la muerte nos separe. Es un buen marido, un gran padre y una persona que me hace feliz cada minuto de nuestras vidas».

No extraña, pues, en estos momentos tan duros, que Ramiro afirme con rotundidad que «se ha ido mi vida, mi gran amor». Se entendían simplemente con cruzar una mirada. Viajaron juntos por todo el mundo hasta que los achaques de la edad impidieron que Concha hiciera traslados largos. Londres y Nueva York eran sus ciudades favoritas, donde pasaban largas temporadas. Precisamente, una de sus más memorables actuaciones tuvo lugar en el Madison Square Garden y también en el Kennedy Center de Washington. A lo largo de su carrera fue un claro referente de la copla tanto en España como en Latinoamérica.