Bomba
Gustavo González: “Kiko Rivera nunca quiso formalizar matrimonio con Irene Rosales”
Este periódico accede a nuevos detalles sobre la polémica surgida alrededor de la fecha de la boda del hijo de Isabel Pantoja y su esposa
La gran mentira de Kiko Rivera ha provocado un torrente de nuevas e increíbles mentiras. Era de esperar que su amada esposa, la supuesta engañada, la que parece creyó estar casada y descubrió su soltería años después de la escenificación de su boda en un idílico, mediático y rentable día, diese la cara por Kiko Rivera. El hijo de Paquirri se esconde en las tablas y permite que Irene salte a un ruedo para el que ni está preparada ni tiene los trastos suficientes para lidiar con la verdad. De todo lo escrito, dicho, comentado, debatido y rebatido subyace una verdad innegable, irrebatible, un dato objetivo… Kiko Rivera e Irene Rosales firmaron su enlace matrimonial un miércoles 24 de abril de 2019 a las 10:30 de la mañana. Dos años y medio más tarde de aquel 7 de octubre de 2016 en el que escenificaron una lucrativa parodia. No era “la tonta del bote”, como le han calificado, sino una víctima que tras descubrir el engaño, fue cómplice de una falacia de la que familiares, amigos y, sobre todo, la revista que pagó la falsa exclusiva, podrían pedir explicaciones y los consecuentes perjuicios. Con el respaldo a la farsa, Irene se convierte en verdugo. Tanto monta, monta tanto… Irene quiso sacar la cara por su marido y sencillamente provocó sonrojo, su estrepitosa conjura ni siquiera despertó lástima. Contestó en el programa en el que colaboró a sabiendas de que la simpatía que desprende y, al parecer, se ganó entre sus compañeros, no la iban a cuestionar, como así fue. Escucharon las contradictorias e increíbles razones que adujo, sin pestañear. Irene dio dos versiones para justificar el embustero enlace en tan solo 24 horas.
El sábado contó que los papeles se habían extraviado, en tal caso, hubiera bastado con pedir una copia. No tenía sentido puesto que además, una vez que se inicia el expediente para tramitar un enlace matrimonial, la documentación está digitalizada y los contrayentes no tienen más que recoger el libro de familia, una vez que se ha registrado la firma realizada. El domingo, Irene, ante sus impasibles excompañeros, daba otra versión, los supuestos papeles no se llevaron al registro por descuido, por error... cabría preguntar a Irene múltiples dudas pero nadie quiso ni pudo. Kiko Rivera, su flamante marido, desde el 24 de abril de 2019, se permitió atacar de manera descarnada y furibunda a su prima Anabel por la celebración de su boda en La Isla Graciosa. Kiko tildó de “paripé” aquel enlace, aduciendo, sin memoria, vergüenza ni pudor alguno, que él mismo se había casado unos días antes de aquel 7 de octubre de 2016. ¿Irene reprochó ese cínico ataque a su prima Anabel? La subreal intervención televisiva de Irene deja claro que prefiere ser ciega, sorda y no querer saber nada. O quizá le conviene… la exclusiva conseguida por Pablo González es la punta del iceberg de varios escándalos que verán la luz en breve. Uno de ellos es la razón que esconde Irene para digerir tanta ofensa y engaño.
No hay que olvidar que esta revelación, el descubrimiento de aquella pantomima desvelado gracias a la investigación del reportero Pablo González “El Calvo”, parte de las confidencias de un examigo de Kiko Rivera. Pablo no es un iluminado que se dedique a ir a los Registros Civiles a comprobar fechas de enlaces matrimoniales de personas con relevancia pública sino que indaga para contrastar el dato que le ofrece el confidente. El examigo de Kiko cuenta, entre otras muchas y escandalosas revelaciones que Kiko Rivera nunca quiso formalizar matrimonio con Irene Rosales y que la engañó al no registrar la firma de aquella vergonzante escenificación. El confidente, además tiene las claves de los movimientos y gestiones que ha realizado Kiko Rivera para proteger su patrimonio. Esto no ha hecho más que empezar… Pregunto a mi compañero Pablo González qué le sugiere la repercusión de la exclusiva:
Los pasos lentos no levantan sospechas
Prometo serte fiel, amarte, cuidarte y respetarte, en lo bueno y en lo malo, en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.
Irene Rosales parece llevar a gala lo que le prometió a su marido el día de su boda. Por muchos escándalos que salpiquen a la pareja, por más cuesta arriba que se vuelva el camino, siempre veremos a una esposa abnegada que da la cara por un Kiko Rivera que ya no es el pequeño del alma de Isabel. Ahora Irene se ha convertido en su madre protectora a falta del amor y calor de la que le dio la vida.
Sin duda, podríamos decir que este es un matrimonio de los que ya no quedan, un amor a prueba de BOMBAS,como las que a su querido marido le gusta rentabilizar minando cualquier plató de televisión que pise o en la revista de turno en la que se pronuncie. Mientras más fuerte sea la explosión y a más personas abarque la onda expansiva, mejor. Da igual si el Dj de mercadillo, arremete duramente contra su madre señalando que “estaría mejor en la cárcel que en Cantora”. Tampoco tiene reparo en tildar a su hermana y su prima de vagas, asegurando que “no tienen ni oficio ni beneficio”. Todo vale mientras que lo que suelte por esa boca venga acompañado de un talón con muchos ceros.
El pasado sábado, LA RAZON, dio a conocer en exclusiva la verdadera fecha de boda de la pareja, una fecha que dista mucho de la que vimos en portada de una conocida publicación. En esta ocasión, la bomba le ha explotado a ellos entre las manos y ha dejado al descubierto una mentira de la que una vez más Irene Rosales ha tenido que salir a dar una serie de explicaciones incongruentes a ojos de los mas veteranos tertulianos que conocemos las andadas de este chico desde que peinaba su pelo rubio. Paquirrín descubrió hace tiempo que podía rentabilizar su apellido en el mundo del corazón y entro en él como elefante en cacharrería.
Las palabras y los actos del hijo de la tonadillera salpican cada vez más a una Irene Rosales cansada de ser ella la que tenga que salir a lidiar con los medios para aclarar las mentiras de su marido, incluso cargar con la culpa. Quizás nadie le dijo en su día que el apellido Pantoja iba irremediablemente unido a la palabra problemas.
En esta ocasión, la esposa del polifacético artista, ha tenido que aclarar el embuste del día de su enlace. La sevillana ha dado una serie explicaciones que no convencen a nadie. El pasado domingo entraba en directo en un programa en el que participó durante algunos meses para decir que estaba cansada de que se culpase a su marido de todo. Nuevamente sacaba las garras para defender a un esposo que la dejó sola en tan delicado momento. Arropada únicamente por los que fueron sus compañeros de plató que apenas cuestionaron su relato, la joven modelo explicó lo sucedido, aunque no convenció. Lo más importante de su alegato es que no desmintió la columna vertebral de la noticia. Se limitó a lanzar balones fuera, argumentando que un error con un “papel” y la dilación en el tiempo para subsanar lo ocurrido, atribuyéndolo a la delicada situación de salud por la que su padre atravesaba, le bastó para aclarar lo ocurrido y como si no hubiera pasado nada, aquí paz y después gloria. Casi tres años después, eso sí, Irene y Francisco se convertían en marido y mujer que es lo que importa. Cabe resaltar que su querido esposo aún se encuentra desaparecido en combate y no se ha pronunciado al respecto, quizás esperando una atractiva oferta que le aliente a levantar el trasero del sofá.
Todos los que llevamos años en esta profesión nos hacemos la misma pregunta: ¿por qué Irene aguanta tanto? La clave la tiene el confidente que nos puso tras la pista del engaño de la no boda del Dj y la modelo. La respuesta es tajante, Irene tiene una estrategia trazada y tal y como ella dijo en su ultima intervención televisiva “no tengo un pelo de tonta”. Ella tiene un objetivo fijado y poco a poco, con pasos lentos, sin levantar sospecha, lo logrará, argumenta la fuente. Es más, añade, ella no cesará en su empeño aunque tenga que comulgar con ruedas de molino. Líbrame dios de las aguas mansas que de las bravas me libro yo.
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