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El día que Jesús Gil se quedó pegado al cemento de Olivia Valère

Muere la dama que confeccionó el glamour de los 90 en Marbella y nace otra reina del sarao: su hija, Karen Valère

Olivia Valere y Ana Obregón
Olivia Valere y Ana Obregónamparo de la gama

Los veranos en Marbella ya nunca serán igual: La diva de la farándula ha abandono su santuario babilónico tras una dura enfermedad. Tamar Ohana o como muchos prefieren llamarla, Olivia Valère, la dama de la noche, que acostumbraba a distraer su belleza con inteligencia, sonrisas y abundante sentido del humor. La empresaria fue enterrada ayer, en el cementerio judío de Casa Bermeja, tras fallecer de un cáncer de estómago en París. Hace solo un mes, que la que fue su sombra, durante un tiempo en Marbella, la mítica Regine, también fallecía. Ese día, LA RAZÓN se ponía en contacto con Olivia para que nos expresara sus sentimientos por su amiga. Pero ya, por ese entonces, la maga de la noche no cogía el teléfono. Olivia estaba muriéndose también, aunque no quería que nadie lo supiese y no se cansó de disfrazar su rostro con una sonrisa hasta el final. Esa misma sonrisa que siempre mostró para atraer a su Babilonia sagrada, al nutrido feudo de lo que fue la «alta sociedad» de la Costa del Sol.

Olivia aterrizó en Marbella y apareció ante sus ojos como un lugar privilegiado. Ella misma se encargaría de demostrarlo andando el tiempo. Viendo su éxito en la minúscula «boîte de Puente Romano», la empresaria con la aquiescencia del entonces alcalde, Jesús Gil, que alentó la inauguración de diferentes lugares de diversión en las noches marbellíes, decidió alzar su discoteca en 73 días, en un lugar no exento de polémica, donde en principio no se podía construir. Para que la obra no se parara, un nutrido grupo de obreros de todas partes, levantaron la Babilonia nocturna para que fuera inaugurada en el verano de 2000. Allí la empresaria plantó acebuches y palmeras; en Marbella prendía todo.. Los que estuvimos en la apertura, en la que no faltaron los caballos, los cánticos y un Jesús Gil ataviado de arriba debajo de blanco, pudimos contemplar como al ex alcalde marbellí se le quedaron los mocasines pegados al asfalto de lo fresco que estaba el cemento: «No pasa nada, decía, por esta gran mujer lo damos todo».

Jaime de Mora y Aragón con Olivia Valere
Jaime de Mora y Aragón con Olivia ValereTiempo

Olivia supo vivir las dos marbellas: esa del esplendor ruidoso y brillante donde venían armadores griegos, actores de Hollywood y apellidos del Gotha europeo y la otra menos delirante que nos la definía ella misma como la de la «escasez»: «Escasean mucho las celebrities en Marbella porque solo vienen si las contratas para su imagen y por dinero, si no, no vienen. Esto es muy complicado fíjate con Paris Hilton, llegó, cobró e hizo lo mínimo y no ha cumplido lo fijado en contrato».

Marbella sin diamantes

Ella era conocedora de que la crisis del petróleo de los años 70 cambió el paisaje y el paisanaje. En la «Ciudad del Canto sin dueño» aterrizó el rey Fahd con toda la parentela y el traficante Kassoghi sustituyó en las fotos a Deborah Kerr y a Piter Viertel que eran lo más en Río Real. Corría el dinero y al aeropuerto de Málaga llegaban aviones cargados de «todo». La codicia arrasaba: fue la Marbella de los Rolex. Pero Olivia empezó sus negocios, en la época del triunfo de los socialistas, y según cuentan en la ciudad, había un lema en clave de amenaza: quien fuera a Marbella de vacaciones, quedaría tocado para siempre. Y ahí es donde empieza el viraje de la otra década. Olivia Valère había querido ser actriz en su adolescencia y también política en París, así que supo asumir muy bien su papel, en esa Marbella de la decadencia que empieza a aflorar. Como ella nos decía a LA RAZÓN, en una de sus últimas entrevistas: «Terminó la época de la ostentación en la que un helicóptero aterrizaba en el patio de Babilonia para traer diamantes a la cumpleañera. Ahora Marbella ya es otra cosa».

Olivia Valere y Joaquín Cortés
Olivia Valere y Joaquín Cortéslarazon

Con Kimera en su jet privado

Olivia Valere sabedora de haber convertido en lugar de encuentro de famosos, príncipes árabes, ricos rusos, españoles de postín, y gente de a pie su discoteca nunca olvido su pasado: “Me sé la fecha de memoria de cuando llegue a Marbella. Era el 5 de enero de 1985 fíjate si me acuerdo. Kimera era una de mis mejores amigas en París. Me invito a su cumpleaños y no dude en subirme al avión que esta cantante coreana tan de moda entonces y también descendiente de la familia imperial, había fletado en París para acudir a su fiesta de cumpleaños en Estepona. Fue todo un descubrimiento, me quedé cautivada por el clima y a mi vuelta a Paris cerré mi discoteca y la abrí en Marbella”. Ahora tras su fallecimiento, recoge el testigo empresarial y todo su legado, su hija Karen con la que asistió en abril, a la que sería ya la última fiesta de la “jequesa de la noche”. Ahora nace otra reina del sarao nocturno: la niña de sus ojos Karen Valere.