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Los sábados de Lomana: Mi fiesta en el Hotel Santo Mauro

Carmen Lomana en su fiesta en el Santo Mauro.
Carmen Lomana en su fiesta en el Santo Mauro.Álvaro O.freemarker.core.DefaultToExpression$EmptyStringAndSequenceAndHash@e4c5a58

Tenía muchas ganas de celebrar con amigos queridos, así que decidí que la mejor fecha era mi santo. Me gusta mi nombre, es una preciosa advocación mariana a la Virgen del Carmen, patrona del mar y de los marineros, también de nuestra Armada. Es tanta la falta de información religiosa en la actualidad que mucha gente dice Santa Carmen y yo me quedo perpleja ante tanta ignorancia, en un país católico como el nuestro, en el que hay quien no distingue un santo de una Virgen, es como si a la Virgen del Pilar o de Guadalupe les llamásemos Santa Pilar o Santa Guadalupe.

Bueno, a lo que vamos... Después de años que parecen apocalípticos, en los que hemos pasado y soportado de todo, incluso confinamientos, es muy saludable el reencuentro con una gran fiesta. Las fiestas por supuesto las organiza la anfitriona con ayuda de personas muy valiosas como la estupenda y súper eficaz Olga Martínez, de la app Mecaso, una persona en la que se puede confiar; yo soy muy controladora y tremendamente perfeccionista y no la presioné para montar todo: bebidas, decoración, fotos, y ha sido perfecta. Cuando llegué estaba todo tan bonito que me dieron ganas de llorar, la idea de poder dar un homenaje de alegría y belleza estética a mis amigos me hacía muy feliz. Y lo conseguí.

Empezaron a llegar los invitados a partir de las 20.30h. Siempre he tenido el don de saber mezclar muy bien a la gente y jamás he tenido un problema a pesar de juntar políticos de diferentes ideas, personas muy clásicas con otras muy transversales, gente muy joven con otros no tanto, pero hay algo en lo que siempre coinciden todos y es en la educación. El Hotel Santo Mauro de Madrid en mi opinión tiene ese encanto de los Relais Chateaux que lo hace elegantísimo, con un servicio extraordinario, cocina de estrella Michelin, jardines preciosos. Es el más acogedor, elegante y chic de Madrid. A mis invitados los recibí con mariachis, que siguieron tocando en el jardín y animando muchísimo. Reconozco que los mariachis me encantan, no hay música más bonita y alegre. Se sirvió un cóctel cena delicioso, las puertas de los salones que nos reservaron se abrieron al jardín de forma que podíamos movernos del frescor del aire acondicionado al calor exterior; sin embargo, muchísima gente estaba encantada sentada en corrillos que se organizaron fuera.

Entre ellos estaban Alaska y Mario, Pepe Rivas, Duque de Rivas, Luis Gasset y su novia Eugenia Soto Fitz James, Fernando Martínez de Irujo, Daniel San Martín, Alba Carrillo, la duquesa de Montealegre, José Miguel Carrillo de Albornoz, Vizconde de Torre Hidalgo, mi dentista querido, Juan Arias, Belén Martín Junco y su guapísimo marido, amigas influencer como Carla Hinojosa, Marta Carriedo, Ali Promesas e Isabel Sánchez Lozano, Ilia Galán, catedrático de Estética; de una charla surgieron opiniones con otros amigos sobre ética y estética. Guiomar Álvarez de Toledo brillaba con su maravilloso vestido de Óscar de la Renta, gran pintora y embajadora de España en República Dominicana.

Y llegó el momento cumbre de escuchar a la cantante sevillana Davinia, su guitarrista y percusionista. Su voz es maravillosa, pero Davinia hace algo más importante que cantar bien: transmite, emociona, hace suyas las letras, te mete en la historia que canta, la vives. Nos levantó a todos y bailamos sin parar. El flamenco es un idioma universal en el que se puede interpretar cualquier canción, lo mismo a ritmo de rumbita que de sevillana. Al final de la noche, con un grupo más recogido, cantó con un sentimiento y una belleza que nos emocionó, nadie quería irse, estábamos «muy agustito»; el ambiente no podía ser mejor, se palpaba en el aire la buena energía. Había hombres y mujeres muy bellos y elegantes, con esa belleza de alma que no la proporciona la ropa. Y así nos dieron la una, las dos y las tres como canta Sabina.