Felicidades
De su susto al Rey Juan Carlos I a su primera comunión: las mejores anécdotas de Concha Velasco en su 83 cumpleaños
LA RAZÓN habla con su hijo Manuel para conocer cómo ha pasado la actriz este día tan especial
Ha sido un día especial en la residencia donde vive Concha Velasco. La actriz cumple 83 años y los ha celebrado rodeada de sus dos hijos, su nieto y los amigos más íntimos. Una tarta, muchos abrazos y besos y la añoranza de múltiples anécdotas que jalonan una vida apasionante. Su hijo Manuel asegura a LA RAZÓN que «mi madre está bien, tranquila. Hoy es un día muy feliz».
Seguro que Concha recuerda con orgullo que la última vez que el Rey Don Juan Carlos asistió a una función de teatro lo hizo en el Reina Victoria para verla subirse a un escenario con la recordada Mary Carrillo. Allí ocurrió algo curioso: durante la función se escuchaba un disparo, y los escoltas del Monarca pidieron que se eliminara esa escena, pero la Velasco se negó por considerar que el tiro ficticio que le disparaba a Mary no se podía ignorar en el guion. Ella misma llegó a afirmar que le dijeron que «el Rey se llevó un buen susto y prometió que no volvería nunca al teatro».
Recuerdo también una recepción en la que presencié cómo la Reina Letizia dejaba cortada a la actriz, cuando ésta le pidió que se hicieran juntas una foto. La esposa de Don Felipe contestó: «Espere, que estoy hablando con Pablo Motos». Finalmente, la imagen se tomó y Concha la guarda en su habitación de la residencia con una dedicatoria muy cariñosa.
En otra ocasión, el que esto escribe disfrutaba de unos días de vacaciones en el Mar Muerto y comenzó a sonar una canción en la playa. Ante mi asombro, era «La chica ye-ye», una de las más populares de la española, pero, eso sí, en búlgaro. Curiosamente, su madre no supo vaticinar los éxitos musicales de su hija. Un día, tras escucharla cantar en su casa, le dijo muy seria: «Hija, mejor que dejes de cantar, que no es lo tuyo». Menos mal que no siguió su consejo. Durante una entrevista, me hizo partícipe de otra anécdota que nos remonta a su infancia y que le marcó durante años: «El día de mi Primera Comunión tuve que ir a la Iglesia yo sola, porque mi padre y mi hermano estaban enfermos y mi madre se quedó en casa cuidándoles. Me hice fotos para que vieran lo bonita que había sido la ceremonia, pero todo el mundo se extrañó de que fuera sola al templo». Para una mujer tan familiar, que siempre presume del amor que siente por los suyos, aquella circunstancia afectó en demasía a la niña, que expresó su envidia de ver a los padres de sus compañeras arropándolas en una jornada tan especial. Conchita se sintió esa mañana más sola que nunca. Pero, dicen, salió airosa del trance.
Su carrera comenzó cuando tan solo tenía 15 años, gracias a su íntimo amigo Tony Leblanc, que le propuso sustituir a Naty Mistral en un musical de revista. Pasó de ganar 15 pesetas diarias a 450. Para Concha comenzaban a abrirse las puertas del éxito más rotundo. Pero la situación más extrema se produjo en un momento en el que la artista pasaba por malos momentos personales. Una noche de inmensa depresión se tomó un bote de pastillas. Según me confesó después, «no tenía intención de suicidarme, sino de dormirme lo antes posible para no darle vueltas a la cabeza. Tenía puesta en la tele el programa de Buenafuente. Me hizo reír tanto que me dio un ataque de risa y vomité los medicamentos. El médico me dijo que, gracias a Andreu, me había salvado. Desde entonces somos grandes amigos».
Al conocer que se retiraba, la llamé por teléfono. Se notaba en su voz la tristeza de quien se despide de la profesión que la encumbró hasta lo más alto. Pero su hijo Manuel ya me aclaró que la decisión era inevitable y que la solución era ingresarla en una residencia donde la mantuvieran vigilada todo el tiempo.
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