Preocupación

Nuevos dramas personales minan la salud de María Teresa Campos

Hablamos en exclusiva con Bigote Arrocet sobre el estado de la que fue la reina de las mañanas y su paulativo declive emocional y físico

Gustavo y María Teresa Campos
Gustavo y María Teresa CamposGtres

No levanta cabeza. Queda poco poso de esa mujer fuerte y valiente que arrasaba en las audiencias televisivas. El paro, los enfrentamientos familiares, el desamor, le están afectando demasiado. Se puede decir que María Teresa Campospasa por una de las etapas más duras de su vida.

Hasta su expareja, Edmundo Bigote Arrocet, confiesa en exclusiva que siente verdadera preocupación por su Teresita, como él la llama cariñosamente: «Aunque estoy un poco molesto por algo que no ha cumplido, le deseo lo mejor. No puedo olvidar los grandes momentos pasados a su lado, en mis cincuenta y siete años de carrera no he conocido a nadie con la talla profesional y humana de Teresita. Se merece lo mejor. Pasé seis años con ella y conozco los planes de trabajo que tenía, y es una pena que no le den un programa, porque verla de nuevo en la tele sería espectacular. Le deseo lo mejor», declara para LA RAZÓN. Aquella ruptura pesó demasiado en el desánimo de la comunicadora. Desde entonces, su vida cambió radicalmente. Aunque dicen que supo pasar pagina, el recuerdo de los años vividos con Edmundo pesan demasiado. Y más la decepción por la escapada del humorista sin justificar el por qué de aquel adiós apresurado. Una huida hacia adelante.

Teresa acabó el año 2022 conuna caída de la cama el pasado 31 de diciembre, que le produjo fuertes dolores musculares. Y ha comenzado 2023 con una visita al hospital madrileño de La Luz para someterse a una serie de pruebas, un chequeo, con radiografías y análisis. Los resultados determinaron que la periodista sufre una anemia controlable, y el consejo médico indica que debe alimentarse mejor y cuidarse más.

Los males del alma

Su propia hija, Terelu, reconoce que «mi madre come y bebe muy poco». En el citado centro estuvo apenas unas horas, le dieron el alta y está controlada médicamente con la intención de que le vuelva el apetito y recupere así las fuerzas perdidas. Dos empleadas externas se alternan para cuidarla en su casa las veinticuatro horas.

María Teresa Campos y Gustavo en una imagen de archivo
María Teresa Campos y Gustavo en una imagen de archivoUATGTRES

Pero, más que sus males físicos, le afectan los desafueros familiares. Primero fue el enfrentamiento público entre su hija Carmen y su nieta Alejandra, después el de Carmen con su nuera y su hijo José María, más tarde la acusación contra su incondicional hombre de confianza, casi un hijo, Gustavo, al que llegaron a calificar de filtrador de las intimidades de las Campos al programa «Sálvame». Como remate, el alejamiento de su fiel amiga, Belén Rodríguez, con Carmen y Terelu. Eran como hermanas y ni se hablan desde que también la señalaron como filtradora.Un cisma que mina la moral de la matriarca, que este año cumplirá ya los ochenta y dos años.

Ella ha perdido toda esperanza de volver a la pequeña pantalla, un sueño frustrado, apenas sale de casa, no suele contestar a las llamadas telefónicas, depende totalmente del apoyo de Gustavo y sus hijas, y uno de sus mayores consuelos es recibir a sus amigas más íntimas para jugar a las cartas en la tarde de los viernes. Para aumentar las alarmas, una revista publicaba esta semana que la Campos podría sufrir un leve problema neurológico.

En este sentido, tanto Carmen como Terelu se preguntan quién ha traicionado la confianza de su madre, al filtrar datos tan privados. Se busca al topo/a y ya se sospecha de una persona en particular. Alguien muy allegado al clan. Si se confirma su identidad el varapalo sería tremendo. La preocupación de los que más quieren a Teresa es extrema, les duele verla tan baja de ánimos, y aunque la misma Terelu intenta quitar hierro al asunto. A lo anterior hay que unir que en las escasas salidas públicas se ha visto a la comunicadora un tanto «deteriorada» y envejecida. Antes se afanaba más en arreglarse y maquillarse, ahora la despreocupación parece absoluta.

Una de sus amigas revela que «Teresa siente pavor a los médicos, porque siempre piensa que le van a descubrir algún problema grave de salud», algo que corrobora su hija Carmen: «Cuando la llevamos al hospital ella cree que sufre algo grave y que se lo ocultamos».

Alejada de todo y de casi todos, quien fuera la reina de las mañanas televisivas durante años, ve pasar los días encerrada en su casa y rememorando sus tiempos de gloria. Le cuesta hacerse a la idea de que no tendrá una nueva oportunidad de demostrar que, profesionalmente, quiere seguir viva. Y eso la atormenta.