Negocios
Aitor Ocio, el defensa más sexy reconvertido en empresario de éxito
El exfutbolista ha cambiado el balón por el negocio del cuidado estético en su cruzada contra el envejecimiento y la enfermedad
Aitor es un buen alavés. Sí, un vasco de Vitoria y además una buena persona. Tiene suerte con su abigarrada mezcla de genes, tanto en lo físico como en lo espiritual. Vasco del norte por parte de padre y andaluz por vía materna, ha unido al modo del hormigón armado la seriedad norteña y ha heredado la graciosa seriedad, la chispa, el ingenio y la bonhomía de las gentes del Sur. Mantiene un fuerte vínculo con su madre, Paula, de la que ensalza su capacidad para unir a toda la familia gracias a sus dotes de excepcional cocinera, su capacidad para inundar a todos de energía y su sosegada y experta opinión en temas financieros y, sobre todas las cosas, en lo que respecta a la sólida formación de Aitor en Humanidades.
Aitor es un buen futbolista. Su trayectoria expande como lente convexa su genética, su mixtura entre la efectividad del Norte y la gracia del Sur. Vasco arquetípico, empieza a jugar en el club de su barrio escalando al club de su ciudad y amagando un fallido ascenso al Athletic, que lo cede temporalmente para terminar su formación. Tras un fugaz y no exitoso desembarco en Éibar y Albacete, (que no le desanima), el grumete de Ulises recala en el Osasuna navarro, ya en primera. Y por fin, el experimentado marinero asciende a primer timonel y amarra la nave en Ítaca-Sevilla.
Sus comienzos fueron difíciles (como los de The Beatles en Hamburgo), pero sin llamar demasiado la atención y sin definirse en exceso, va haciéndose imprescindible en la línea defensiva de los hispalenses, aunque incomprensiblemente no juega ninguna gloriosa final europea. Aitor sigue sin desanimarse. Intuyendo con razón que Ítaca no es el epílogo, vuelve al Athletic. El primer timonel asciende a oficial de cubierta, ya como titular absoluto, sin contemplaciones, hasta que una inoportuna lesión, así como una operación de cadera hacen que se despida definitivamente del fútbol, agradeciendo a su familia de modo noble y sereno que no hayan permitido que le cieguen el éxito y el dinero fácil tradicionalmente asociados al fútbol de élite.
Aitor Ocio es un buen empresario. Considera concluida su etapa como futbolista y su fina intuición, su formación en Humanidades, la asesoría materna y su voluntad inquebrantable le convencen de que no ser siempre titular en el primer equipo no le lleva a ninguna parte. De regreso a Bilbao, y hastiado una vez más de Ítaca, se lanza sin dudarlo al tenebroso mar del empresariado. Y su campo abonado, su especialidad, es la mejora de su vida y la de los demás. El ejemplo de una amiga ginecóloga de Sevilla parece decidirle por la reproducción asistida aunque la distancia enfría afectos y proyectos, y se lanza tal vez un poco a ciegas, tal vez repitiendo los mismos errores de principiante, al mundo de la medicina estética.
Tras unos pequeños reveses iniciales (no se ató convenientemente al mástil del barco al escuchar el engañoso canto de alguna sirena), y después de pagar la novatada de la inexperiencia en su nueva singladura, va transformando un modesto proyecto inicial, un simple centro de belleza, en el mítico Henao Wellness Clinic, un templo de la medicina estética referente en el cuidado y mejora física y anímica de las personas. Incluye desde un gimnasio que roza el futurismo, hasta prodigiosos tratamientos capilares y asesoría nutricional. Todo bajo un prisma generalizado de orden, seriedad, cariño y consideración por la persona individual. A modo de ejemplo, los vestuarios son privativos.
El éxito del centro Henao le anima a adquirir un bellísimo y exclusivo local histórico en el corazón de Bilbao, la Casa Montero, quizás el único edificio modernista de la ciudad. Aitor quiere especializar su cruzada contra la muerte, contra la enfermedad, contra la vejez… y transforma la antigua librería que albergaba el edificio en un spa de inspiración balinesa.
Mucha de la calma de aquellos estantes antes abarrotados de libros ha impregnado el espíritu de la nueva empresa de Aitor Ocio, S’Thai, nirvana del relax más profundo, lugar que combina el historicismo local con la sabiduría oriental, la recuperada arquitectura modernista con el mobiliario importado de Indonesia, la felicidad personal con el cuidarnos unos a otros; en S’ Thai cada persona, cada cosa, cada pequeño objeto cobra sentido: todo es honrado y agradecido.
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