El peor momento

Ana Obregón cuenta cómo intentó suicidarse tras la muerte de su hijo: “La decisión era firme”

“El chico de las musarañas” ha salido a la venta y entre sus páginas la actriz profundiza en el que fue el peor momento de su vida

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Ana ObregónUATGTRES

“El chico de las musarañas”, el libro que Alessandro Lequio Jr. empezó a escribir y que Ana Obregón terminó tras su muerte, ha llegado hoy a las librerías y ya casi no quedan ejemplares en las estanterías. No es de extrañar la expectación que se ha generado, teniendo en cuenta que, entre las más de 300 páginas de la obra, Ana Obregón se abre en canal y se confiesa sobre uno de los momentos más duros de su vida. El fallecimiento de su hijo la sumió en un oscuro pozo del que casi no pudo salir, una etapa muy dolorosa que la llevó a intentar quitarse la vida.

“Salí al balcón. Un séptimo piso, la decisión era firme”, comienza narrando Ana Obregón, que recuerda su potente impulso de lanzarse al vacío. “Me empiné sobre la barandilla que no era muy elevada. Saltar hacia el abismo era mi única opción para seguir viviendo”, continúa. Por fortuna, su expareja y padre de su hijo, Alessandro Lequio, se encontraba en el lugar adecuado en el momento justo, y pudo salvar la vida de la actriz antes de que fuera demasiado tarde: “Ana, por Dios, abre la puerta. Tienes algo importante que hacer. ¿Recuerdas lo que nos pidió Aless, su última voluntad?”.

Portada de "El chico de las musarañas"
Portada de "El chico de las musarañas" HarperCollins

El italiano se refería a las importantes misiones que su hijo confió a Ana Obregón, que pasaban por la creación de la Fundación Aless Lequio y por la gestación de su póstuma descendencia.

Pasado ese mal momento y recuperada del tremendo dolor que sufría, la artista reflexiona sobre ese instante y recalca en el libro que quitarse la vida nunca es una opción. “Juro que en ese instante mi acto lo veía como una salvación, pero quiero dejar claro que el suicidio no es jamás una opción, ni en la peor de las tragedias que puedas vivir. Es una cobardía”, escribe.