
Opinión
El diario de Amilibia: Álvaro, fiscal con principios
"Nos encontramos ante un hombre de principios y firmes valores: ¿quién mejor que un amigo, un afín, para entender las angustias e inquietudes que padece por el caso en el que se halla imputado?"

Se vuelve a hablar de principios. Por ejemplo, Julia Otero va y dice, muy seria ella: «Ha cambiado mi cuenta corriente, pero no mis principios». En tiempos de caos los principios pueden variar, pero no los de Arturo Pérez-Reverte, quien estoico y a la vez audaz, acostumbrado como está a todas las guerras, confiesa su escepticismo: «He conocido a muchas personas que eran buenas y malas al mismo tiempo». Pero sigue firme, impasible el ademán, levantando el estandarte con palabras como dignidad, lealtad, amistad, amor, solidaridad, etc. Y añade el escritor: «Con estos principios no te equivocas nunca; con la religión y las ideologías, sí». Este vejestorio, ayuno de religiones e ideologías, acaba de cumplir 82 años, y, más que principios, ya solo le quedan finales. Leo: «García Ortiz, fiscal general de Estado, nombra a un afín para dirimir sobre el delito que se le imputa».
Ante este hecho aparentemente insólito, Cuca Gamarra apunta: «¿Puede un fiscal general del Estado decidir quién va a fiscalizar los delitos que precisamente a él se le imputan?». Parece que puede, pero hemos de reconocer, Cuca, que nos encontramos ante un hombre de principios y firmes valores: ¿quién mejor que un amigo, un afín, para entender las angustias e inquietudes que padece por el caso en el que se halla imputado? Ha propuesto, leo, a Emilio Sánchez. ¿Quién mejor que un Sánchez (oh, como el Apolo de la Moncloa) para que entienda su presunto delito de revelación de secretos y el borrado de sus móviles? Él sí cree profundamente en la amistad, la solidaridad y la lealtad. Los principios cambian según las circunstancias, excepto en el caso de Julia Otero. Recuerdo lo que me dijo Paco de Lucía: «Dejé de ser de izquierdas cuando gané los primeros seis millones». Pero es distinto, claro: él tocaba la guitarra.
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