Opinión
El diario de Amilibia: Amor hasta en los escaños
"¿Qué le atrae de Abascal al portavoz de ERC mucho más, por ejemplo, que la sonrisa vampírica de Miriam Nogueras?"
Nochebuena, noche de paz, noche de amor: así, hasta eres capaz de refrenar tus ganas de apuñalar a tu cuñada sociata cuando dice mientras pela langostinos: lo que os jode a los del PP es que vais a tener que aguantar banquillo hasta por lo menos 2030, porque el Pedro que enterráis cada día, resucita siempre; paciencia, cuñadito. Te conformas con desear que se deje un diente con el turrón duro. Pilar Rubio, que lleva doce años con Sergio Ramos, confiesa: «Lo más importante en una pareja es dejar fluir». No aclara lo que hay que dejar fluir: el amor siempre necesita su punto de misterio. En su fluir, Tamara Falcó reclama a su Iñigo más atención, o sea, menos jaranas en su restaurante y más entusiasmo en el lecho matrimonial, que la marquesa ya no está para muchas esperas y no puede fiarlo todo a Santa Isabel, que se quedó embarazada a los 70 años.
Aún no se sabe lo que fluye entre Santiago Abascal y Gabriel Rufián, la extraña pareja del Congreso. El líder de Vox ha confesado en las redes: «Gabriel está enamorado de mí», y lo dice por lo mucho que le echa en falta cuando ve su escaño vacío. ¿Qué le atrae de Abascal al portavoz de ERC mucho más, por ejemplo, que la sonrisa vampírica de Miriam Nogueras? ¿Su musculatura o su barba en punta de lanza a lo Cid Campeador? Claro que por mucho que su idilio vaya a más, nunca llegarán a la pasión desatada que «una pulsión juvenil irrefrenable» (así la definió el propio ministro, como un brote de acné) llevó a Óscar Puente a llamar «puto amo» al Apolo. Y hablando de amor: no se entiende que Televisión Española no haya ofrecido las campanadas a Jessi y Ábalos. Seguro que ganaban a la Pedroche.
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