Opinión

El diario de Amilibia: Gracias, ya somos todos videntes

"Sería más soportable si nos mintieran con ingenio y sentido del humor, un imposible por el que clamo desde hace siglos sin ganar el favor de los mandamases"

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez
El presidente del Gobierno, Pedro SánchezParra / EpParra / Ep

Leo: «Los partidos activan el “modo campaña”. Los socios del Gobierno asumen la repetición electoral en Cataluña y sospechan que generaría un efecto dominó a nivel nacional, con un adelanto de las generales». Vendrán las generales y, sobre todo, los generales con sus arengas desde las trincheras. Ostras, Pedrín, rayos y truenos, resulta que estamos condenados a vivir permanentemente en campaña electoral, lo cual nos lleva de cabeza (nunca mejor dicho) a la estupidización más o menos definitiva de la sociedad, porque lo de los políticos es contagioso. Más que polarizar, nos polinizan cual capullos en primavera perpetua. Sería más soportable si nos mintieran con ingenio y sentido del humor, un imposible por el que clamo desde hace siglos sin ganar el favor de los mandamases.

María Jesús del Barco, presidenta de la Asociación Profesional de la Magistratura
María Jesús del Barco, presidenta de la Asociación Profesional de la MagistraturaAlberto R. Roldán

Mi tocaya María Jesús del Barco, presidente de la Asociación Profesional de la Magistratura, dice en LA RAZÓN: «Es necesario que los ciudadanos puedan confiar en el TC. Últimamente estamos viendo resoluciones de este Tribunal que casi adivinamos antes de que se produzcan». Cierto. Seamos positivos: Él, con la colaboración nada cándida de Conde-Pumpido, nos ha regalado la virtud de la videncia a los espectadores del circo. Ya no será preciso que destripemos las aves, cosa que nos agradecerá mucho el Pacma, para que los ciudadanos veamos en sus vísceras nuestro destino en manos del TC, como hacían en los oráculos romanos para ver el futuro del César. Todos sabremos de antemano lo que va a hacer el TC e incluso, lo que tiene más gracia y salero, por qué.

Pero el favor es incompleto: al menos a mí no me han concedido el don de adivinar el Gordo de Navidad, mecachis, con las ganas que tengo de dejarme caer por las Seychelles, lejos de campañas y generales. Y ahí no llega el Imserso.