Ahora que el PSOE celebra congreso (será un masaje con final feliz para el Apolo de la Moncloa) hablemos de Sumar, su socio en el Gobierno. Leo: «Sumar, tres meses más en el limbo. Aplaza de diciembre a marzo su congreso y atrasa resolver el papel de Yolanda Díaz». Mejor en el limbo que en el purgatorio y, desde luego, mucho mejor que en el infierno, donde la Yoli encontraría calefacción gratuita para todos, pero a costa de quedar chamuscada definitivamente. El limbo es un buen sitio para la meditación, eso que ahora llaman mindfulness y que sirve, en el fondo, para encontrarse a sí mismo. Sumar tiene difícil tal fin: son tantos y tan mal avenidos que ni en «Encuentros en la Tercera Fase» podrían unirse para ser abducidos por una nave común. Pero entre los divergentes hay destellos de gran talento. Por ejemplo, Antonio Maíllo, coordinador general de IU, propuso cambiar de nombre al partido para las próximas elecciones y también, me imagino, para lavarle la cara después del caso Errejón, vaya marrón. Genial idea. Pero Sumar se opone. La Yoli considera al partido o formación algo así como un hijo suyo muy querido: ella lo bautizó y santa Rita, Rita, «Sumar» nadie se lo quita. También es complicado resolver el papel de la Yoli. ¿Será o querrá ser Scarlett Johansson en «Viuda negra»? ¿Linda Hamilton en «Terminator»? ¿Sigourney Weaver en «Alien»? ¿Uma Thurman en «Kill Bill»? ¿Demi Moore en «La teniente O’Neil»? No se sabe. Quizá sonría maliciosamente diciendo para sí misma como Mae West: «Cuando soy buena, soy muy buena, pero cuando soy mala, soy mucho mejor».

Toda transformación es posible. Ahí tienen a Margarita Robles convertida en «El sargento de hierro». La vi abroncando a los afectados por la DANA en Valencia. ¡Firmes!