Entrevista
Elena Furiase: “A mi hijo le da lo mismo una Barbie que un Spiderman”
La actriz publica “El mundo secreto de Árbal”, una novela que empezó a escribir cuando solo tenía 13 años
Proviene de una de las familias de artistas más conocidas del país, pero se ha hecho un nombre gracias a su propio talento. Elena Furiase ya ha dejado claro su valía como actriz, y ahora está dispuesta a hacer lo propio como escritora. Recientemente publicó “El mundo secreto de Árbal”, de Círculo Rojo, una novela que empezó a escribir cuando era una niña y sobre la que habla con LA RAZÓN, además de otros asuntos como su implicación en la lucha del colectivo LGBTIQ+.
¿Cómo afronta este nuevo proyecto?
Bastante nerviosa porque es algo muy importante para mí, y también muy nuevo, que se sale de mi mundo, pero también estoy muy emocionada.
Dedica el libro a su “yo de 13 años”. ¿Cómo era la Elena Furiase a esa edad?
Mucha gente piensa que la protagonista del libro, Sara, una niña caprichosa y rebelde, está inspirada en mí, pero no tiene nada que ver. Con 13 años sí imaginé una niña con ese conflicto, pero no era yo. Evidentemente, también tenía mis problemas y tuve que pasar por ese tránsito de no entender muy bien qué me estaba pasando. Al final, Sara es una niña que se aleja mucho de mí yo de 13 años, pero también tiene muchas similitudes.
También agradece a su padre “esos veranos en Ibiza”. ¿Empezó ahí esta historia?
Efectivamente, empecé ahí, y en el libro hay un personaje dedicado a mi padre, pero eso no quiere decir que se parezca a él. Mi padre ha tenido mucho que ver en esto, aunque realmente ni se acordaba de que yo había escrito una historia a lo largo de ese verano, porque tampoco se lo comenté mucho. Pero el simple hecho de que me llevara a ese lugar donde empecé a imaginar todo, que después se lo contara y él me dijera ‘muy bien, sigue escribiendo’, ha influido. El primer recuerdo que tengo de esa historia que imaginé de niña es con mi padre y mi hermano, por eso también hay un personaje que se llama Wilam, que es una adaptación de Wilhelm, que es Guillermo en alemán. Todo tiene su aquel, nada es porque sí.
¿Por qué se decidió a retomarla?
Fue en una época en la que tampoco tenía muchísimo trabajo y tenía muchas ganas de escribir, porque yo siempre he escrito mucho, pero cuando tienes la cabeza menos ocupada y, además, te preocupa tu futuro, de repente el cerebro empieza a maquinar y a idear. Entonces, recordé esta historia y la voz de mi madre diciéndome: ‘tienes que escribirla’. Me dio mucha inseguridad, lo he dejado muchas veces, luego lo he retomado, he cambiado cosas… Ha sido un proceso de dos años, pero me apetecía compartir la historia, aunque no pretendo colarme en la industria de la literatura o catalogarme como escritora.
¿Es el primer libro de otros muchos que vendrán?
Tengo varias cosas escritas y me gustaría ir cerrándolas poco a poco, porque una vez que he abierto la veda no me gustaría quedarme aquí, me gustaría tener un largo recorrido. Sobre una segunda parte de “El mundo secreto de Árbal”, primero tengo que ver cómo va el libro, pero sí tengo otras cosas escritas que no son de fantasía, son más reales. De todas formas, todavía quiero disfrutar este primer lanzamiento, pero no lo descarto más adelante.
¿Qué le dijo su familia sobre el libro?
A mí me daba mucha vergüenza que se leyeran el libro, sobre todo por mi suegra. Es una mujer a la que adoro y respeto muchísimo, muy culta y muy leída. Me daba miedo que me dijera ‘esto es una mierda’, hablando en plata. Ella fue sincera y me dijo que no era mucho de novela fantástica, pero se lo leyó por mí, y al final me dijo que se había enganchado y que le había encantado. Para mí, que ella, una mujer sexigenaria, que no sexagenaria, me diga eso, fue un respiro, porque mi suegra es sinceridad absoluta. Pensé que si a ella le ha gustado, le puede gustar a cualquiera.
¿Tiene pensado leérselo a sus hijos?
A mi hijo Noah le gusta mucho “leer”. Cuando me pongo a leerle, a la segunda página me dice ‘ahora te leo yo’, y ya ves, se lo inventa porque no sabe leer, pero tiene esa predisposición a la lectura. Me gustaría que mis hijos puedan leerse el libro ellos mismos, porque ahí se crea una intimidad que es muy bonita. Mi hija Nala es un bebé y podría hacer una desgracia con mi libro, pero Noah ve los dibujos y yo le cuento la historia a través de las ilustraciones, y ya se la sabe. Cuando llega alguien a casa dice ‘este libro lo ha escrito mi mamá, te lo voy a contar’. Y ya se sabe todo lo que pasa y los nombres de los personajes, y a mí eso me encanta, porque significa que el libro ha llamado su atención y que le gusta. Es una maravilla.
Ha tenido hijos, escrito un libro y… ¿plantado un árbol? ¿Qué le queda por hacer?
Yo todavía no he plantado un árbol, pero mi hijo sí. Lo que sí he plantado han sido muchas plantas en mi jardín, que tengo casi una selva. Sí me gustaría plantar muchos árboles, hacer una reforestación en algún lugar afectado. En el futuro, también me gustaría crear una fundación para los niños y, por supuesto, ganar un Premio Goya, porque hijos ya he tenido dos. Igual vienen más, pero de momento estoy bien.
En “Mía es la venganza” da vida a una persona ciega y del colectivo LGTBIQ+, al que su familia siempre ha mostrado su apoyo…
Efectivamente. Yo, durante toda mi vida, lo he visto siempre como algo normal. Mis padres y mis abuelos me han criado en que eso es la normalidad absoluta. Me han educado para quererlos y respetarlos. Siempre han tenido un plato de comida en casa, un hueco en la mesa y en el corazón. Son amigos. A mí, que ahora haya este odio y este rechazo no me cabe en la cabeza. No es que no lo comparta, es que directamente no puedo entenderlo porque me parece que es espantoso. Estoy muy agradecida de que me hayan criado con esos valores, los mismos que yo quiero transmitir a mis hijos. Mi hijo, a veces me dice que quiere algo rosa, y lo mismo le da una Barbie que un Spiderman. Cuando él está jugando con niñas y ellas se están pintando las uñas, él también quiere pintárselas, ¡y es lógico! ¿Por qué vamos a cortar a los niños de hacer lo que quieran? Además, que porque se pinte las uñas no significa que vaya a ser homosexual, o sí, pero es que me da igual. En fin, es que me pongo negra con esto.
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