Entrevista

Los excesos de Nacho Vidal: «La fantasía sexual puede ser muy peligrosa»

ATRESplayer Premium estrena mañana «Nacho», la serie sobre el actor Nacho Vidal. Hablamos con él de sus excesos y de rebeldía

Nacho Vidal
Nacho VidalInstagram

Año de nones, tiempo de dones. Nacho Vidal nació con ellos (los nones), en 1973. De los dones, mejor que hable «Nacho», la serie que estrena ATRESplayer Premium este domingo, en la que le da vida el actor Martiño Rivas. Mientras llega la hora, se sincera con LA RAZÓN en una entrevista muy personal donde deja que asome su espíritu más sensible. Hablamos de esa leyenda negra que le elevó a actor casi maldito cuyo origen está en una tumultuosa adolescencia de rebeldía contra las convenciones sociales. Hoy reconoce los excesos, pero se niega a cargar con perversiones y aberraciones ajenas.

¿Qué sensación tiene al ver pasar una parte de su vida en la pantalla?

Es muy emotivo. En el preestreno, mientras el público se divertía con Nacho, yo lloraba de emoción al ver reflejada una vida tan intensa.

¿Qué supuso su llegada a la industria del cine porno?

Una luz al final de un túnel empantanado de fiestas, drogas y descontrol. Tuve la suerte de dar con un trabajo en el que descubrí que podía ser muy bueno y que me permitiría ser reconocido. Hizo que me alejase de ese mundo tan sombrío.

¿Cómo acogió la decisión su familia conservadora?

La noticia fue brusca. Mi madre lo tomó como una nachada más. Por otra parte, soy el menor de cinco hermanos y ya estaba curada de espanto. Cada uno tenía lo suyo, aunque ahora puedo decir que son joyas. Nos ayudamos incluso si hace falta mover un camión.

¿Ese don en el que siempre se hace hincapié, medible en centímetros, fue suficiente para mantenerse tres décadas en el cine para adultos?

Ese don ya me cansa. Me aburre la insistencia en la cinta métrica, en penes, tetas y miles de mujeres. Ignacio Vidal es quien es por la pasión que le pone a la vida, por su inconformismo y porque siempre ha sabido que tenía que llegar aún un poco más allá. Quizás ese sueño me hizo ser diferente.

¿Cómo consiguió diferenciarse en un género habituado al anonimato de los actores?

Porque entendí mi trabajo desde esa misma pasión con la que vivo, esa misma forma de comerme el mundo. En cada escena he buscado conexión con mi pareja, disfrute, sensualidad, mirarse a los ojos. El público percibe que lo que está viendo es de verdad.

Martiño Rivas
Martiño RivasGtres

¿Qué ha aportado a la industria del porno?

He brindado una visión diferente al conseguir que el espectador sienta la verdad, que disfrute de esa conexión que hay entre los actores. Mi obsesión ha sido siempre ofrecer un erotismo de calidad y creo que es una meta superada. Ahí están todos los premios que he recibido, como el de García Berlanga.

¿Ha marcado límites en su profesión?

Mi único límite es no hacer algo que no me gusta, no me atrae o no está en mis fantasías. No me atrae, por ejemplo, la pornografía homosexual y, por tanto, no la practico. No es un bloqueo, sino una libertad que me puedo permitir de no hacer lo que no deseo.

¿Qué barreras éticas debería tener el porno?

La respuesta exigiría hacer un juicio de valor a otros productores a partir de mis valores, mi educación o mis propios prejuicios, y no es mi estilo. Lo cierto es que la fantasía sexual puede ser muy peligrosa a la hora de llevarla a la pantalla. La mente humana puede ser muy retorcida y hay que tener mucho cuidado. Sobre todo, porque la ven personas muy jóvenes que tienden a creer más lo que ven en la pornografía que en el cine convencional.

¿Ha amado mucho?

¡Claro! Me he enamorado, me he desenamorado y he vuelto a enamorar. He amado también como amigo, hijo y padre de tres adolescentes, aunque no pueda verlos tanto como me gustaría. Amo a las personas, aunque aborrezco al ser humano en cuanto a lo que tiene de mala humanidad, odio el ruido. En general, a los creadores de basura.

¿Se siente prejuzgado en su vida cotidiana?

Muchísimo. Prefiero no ahondar en ello, pero son percepciones que veo. Soy inteligente, sobre todo emocionalmente, y lo siento.

¿Le duele?

En absoluto. Me ha fortalecido el alma. La vida me hizo duro y elegí vivir en lugar de sufrir.

¿El precio de su profesión ha sido alto?

No diría que haya tenido que pagar ningún precio. He tenido la fortuna de hacer lo que me gusta. El verdadero drama habría sido levantarme todos los días de madrugada y salir a picar piedra por un sueldo de miércoles. Incluso la salud la tengo de hierro.

¿Diría que la sociedad es hipócrita con la pornografía?

El mundo es hipócrita en general y practica una doble moral. En la industria del porno se manifiesta desde el rodaje. Cuando buscamos espacios, la respuesta es un no rotundo. Sin embargo, no hay trabas para «Jack El Destripador», con un asesino en serie, o una serie sobre Fariña, un narcotraficante que abre a los carteles latinoamericanos la puerta de entrada a Europa.

¿Sigue siendo defensor de las terapias naturales?

Tengo confianza en ellas y las uso. Nunca he tenido ningún problema en reconocerlo porque considero que son efectivas. Llevan toda la vida y deberían respetarse.

Aparte de seguir viendo la serie, ¿qué planes tiene?

Desde hace tres años imparto cursos de coaching sexual y ahora estoy preparando una serie de podcasts, junto al productor italiano Rocco Siffredi, con entrevistas tomando salsa picante.

Esa salsa debe de ser salvaje como afrodisíaco. ¿Puede compartir la receta?

No. No la he inventado yo.