Expandir una filosofía
Sol, la mejor divulgadora del legado de su padre, Miquel de la Quadra Salcedo
Sol, la hija del aventurero, está entregada a su próximo proyecto: unos programas para TVE dentro del ciclo "Aquí en la tierra".
Sol de la Quadra-Salcedo es la mejor difusora del legado de su padre, el aventurero Miguel de la Quadra-Salcedo, que esculpió su biografía para enseñar al mundo el método de cómo ser un hombre libre. La pasión por la vida de este divulgador de la naturaleza no cayó en saco roto tras su muerte. De ello se encargó su hija Sol, que recogió ese testigo de valores y amor a la naturaleza para seguir perpetuando su legado. "Mi padre fue un visionario. Ahora sus palabras están plenamente de moda. El mensaje que nos dejó sigue más activo que nunca, porque él era un traspasador de límites, se entrenaba para avanzar cada día y conocer mejor cuál era su límite y poder superarlo. Era el maestro total… y yo soy, tal vez, su mejor alumna para continuar expandiendo su filosofía", nos dice en una entrevista concedida a LA RAZÓN.
La imagen de Miguel de la Quadra ha sido rescatada en una de las series más vistas en televisión, "Cristo&Rey". "Ha sido gracioso ver el guiño que hacen en la serie sobre él. Fue un gran amigo de Ángel Cristo. Para mi padre el miedo era un reto y cuando Ángel le propuso ir a trabajar al circo, porque el puesto de domador se quedaba vacante, no se lo pensó dos veces. Le dijo que sí. Una vez me confesó que cuando más miedo pasó en su vida fue en aquella jaula con los leones, cuando empezó a hacer el número en el circo ruso. Nos hizo amar a todos el circo".
Tanto es así que cuando Miguel de la Quadra decidió alistarse en la plantilla del circo se llevó a toda la familia. "Imagínate cómo se me quedó la cara. Tenía nueve años. Papá me saca un día del colegio y me dice que nos vamos un año a vivir en una roulotte a convivir con elefantes, tigres y leones. No daba crédito. Aún me brillan los ojos al recordarlo. Ha sido la aventura más divina que he vivido".
La elefanta Sofía
Sol aún recuerda el día que Ángel Cristo le hizo subir a la elefanta Sofía para empezar con el entrenamiento de su número. "Yo amaba los elefantes. Era un ser minúsculo subida en aquella maravillosa y grandiosa elefanta. ¡Ja, já! Con nueve años allí estaba yo, aupada como una auténtica artista". La elefanta Sofía le trae la nostalgia a sus ojos y aún recuerda aquellos tiempos.
Sol recuerda con mucho cariño al amigo de su padre: "Ángel era un trabajador brutal. Éramos la gran familia en el circo. En la serie el guiño que hacen de mi padre no se ajusta a la realidad. Él sí quería ponerse el traje de domador. Eso os lo puedo asegurar".
"Comíamos hormigas"
¿Quién no conoce a Miguel de la Quadra Salcedo? Ésa es la pregunta que se hace su hija: "Era tan peculiar que jamás pasó inadvertido. Lo mejor que nos legó es la pasión de vivir. La convivencia con un padre aventurero no fue fácil. De niña no le veía mucho y no lo entendía. Con la edad valoré al personaje que tenía como padre y esos principios que nos inculcó de coherencia y respeto. Eran pilares sobre los que debíamos construirnos sin desviarnos un milímetro".
Las excentricidades también pasaban por el catálogo de tareas que traía a casa después de cualquier expedición. "Nos hacía comer hormigas porque decía que tenían muchos nutrientes y... no sabían mal. Recuerdo una bajada del Nilo en la que nos hizo beber agua del río y mi hermano casi se muere de la infección, con unas diarreas bestiales. A mí no me pasó nada y me dijo: es la mejor vacuna que puedes recibir. Estás inmunizada".
Su legado sigue vivo
La vida de Sol transcurre ahora divulgando el legado de su padre. No le gusta el mundo del sarao y convive con sus tres hijos. Una de ellas, Catalina, es divulgadora de la filosofía de Montessori. Va de una ciudad a otra, dando conferencias con su "Aula de navegantes" e inculca la grandeza de salir al campo para mirarlo con otros ojos. Su proyecto más inmediato son unos programas para TVE dentro del ciclo "Aquí en la tierra". La hija de Miguel de la Quadra insiste en que es imprescindible nuestra conexión con la naturaleza: "Mi padre necesitaba estar conectado al sol, siempre estaba al sol. Hasta el final. El sol le recargaba, le daba vida. Cada vez le entiendo más".
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