Cine
«El graduado» mete la pata
Linda Gray, la mujer de JR. en Dallas, confiesa que la seductora pierna de la película era la suya y no la de la protagonista, Anne Bancroft
Ahora resulta que la incitante pierna del cartel de «El graduado» no era la de Anne Bancroft, protagonista del filme, sino la de Linda Gray, la Sue Ellen de «Dallas»,
Ahora resulta que la incitante pierna del cartel de «El graduado» (1967) no era la de Anne Bancroft, protagonista del filme de Mike Nichols, sino la de Linda Gray, la Sue Ellen de «Dallas», cuando tenía veinte años. Por la sesión fotográfica en la que posó su pierna, recortada y pegada en el famoso cartel, cobró 25 dólares. Tuvo que esperar a tener 72 años para confesarle al periodista de la CNN Anderson Cooper, que era ella la propietaria de la octava maravilla del mundo: esa incitante pierna, por la que unas manos deslizan unas medias de seda, es la que coloca a Benjamin Braddock ante la tesitura de perder la virginidad con la madre de su novia o esperar a la noche de bodas.
Era un secreto a voces que esa pierna no era la de Anne Bancroft, pero nunca se dijo quien era su propietaria. Sin embargo, esa famosa escena que refleja el cartel no es la seducción primera sino la escena de la crisis entre Benjamin y la señora Robinson, que antecede a la llegada de su hija y la prohibición de que salga con ella. Es entonces cuando Benjamin la conmina a dejar su habitación, mientras Mrs. Robinson se pone las medias tratando de retenerlo, y por la cara extasiada del joven no cabe duda de que acabará consiguiéndolo.
La pierna que marca el comienzo de la lenta pero tenaz seducción del joven virgen aparece en un primerísimo plano que triangula el encuadre, en cuyo interior se recorta, diminuta, la figura de Benjamin. Extasiado y cariacontecido por la insistencia de la señora Robinson, luchando contra su deseo de caer en brazos de la mujer madura. Es entonces cuando le dice con ingenuidad: «Mrs. Robinson, ¡usted pretende seducirme!, ¿no?». La seducción de un pimpollo por una mujer casada era hasta entonces un tema tabú. 1967 fue el año que se abolió el Código Hays, que desde 1934 determinaba lo que era aceptable moralmente en el cine. No es sólo la pérdida de la inocencia de Benjamin sino su tratamiento abiertamente sexual. La insistencia de Mrs. Robinson, una mujer casada, obsesionada por acostase con el joven y mantener una relación exclusivamente sexual, sin asomo de afecto o cariño. Además, Mike Nichols innovaba con una planificación atrevida para los estándares del cine de Hollywood, bajo el influjo por la Nouvelle Vague, con un tratamiento muy moderno en las escenas en las que se alterna la espera de Benjamin, meciéndose con indolencia en la piscina sobre un colchón hinchable, y las zambullidas en la cama.
Los temas de Simon and Garfunkel y el espectacular deportivo «Alfa Romeo Spider» rojo, diseñado por Pininfarina, que conduce Dustin Hoffman, dotaban al filme de un aura de modernidad fascinante. Frente a esa relación sexual cínica y sin futuro, «El graduado» mostraba al final el triunfo del amor sin barreras de los jóvenes rebeldes, a punto de hacerse hippies. 45 años después del rodaje de «El graduado», Linda Gray ha contado que la llamaron para la sesión fotográfica porque Anne Bancroft no estaba disponible. Un casting de piernas convirtió a Gray en un mito y por esas cosas del destino la estrella de «Dallas» acabó interpretando a la mismísimo Mrs. Robinson en la versión teatral de «El graduado» en Broadway, en sustitución de Kathaleen Turner, y en el West End londinense en los años 2001 y 2002.
El cine siempre utilizó dobles de cuerpo para las grandes estrellas del cine y para las largas y tediosas sesiones en las que se rodaban planos generales, de espalda y algunos «close-ups» de las actrices semidesnudas. En Europa, comenzó a ser usual desnudarse delante de la cámara: Martin Carol fue la pionera pero Brigitte Bardot revolucionó el cine con sus desprejuiciados desnudos integrales. En la España del destape, Sara Montiel, Carmen Sevilla, Aurora Bautista, Rocío Dúrcal, Ana Belén y Marisol tuvieron sus quince minutos de «porno soft», siguiendo la moda «Emmanuelle». Pero el «fake» erótico prosigue en el cine actual. El desnudo de Jessica Alba en «Machete» es puro artificio digital.
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