
Grupos
Fernanda Hurtado: «Las Hurtado nos hemos sentido apuñaladas»

Tres eran tres las hijas de la actriz; tres eran tres, y ninguna era infeliz. Las Hurtado (Paloma, Fernanda y Teresa) fueron el trío cómico femenino de la Transición, de «La casa de los Martínez» al «Un, dos, tres», pasando por el teatro y el «show» que inventaron para hacer galas cuando el destape se adueñó de todo: «No nos apetecía desnudarnos por razones morales y de buen gusto; mamá aborrecía el destape; nosotras, también». Hijas de Diego Hurtado y Mary Carrillo, una de las más grandes actrices que ha dado nuestro país, lo dejaron todo durante una década para cuidar a sus padres con alzhéimer. Y no han vuelto a actuar.
–Fueron «Las Tacañonas» del «Un, dos, tres»...
–Fue para nosotras el descubrimiento de la rueda, lo más importante de nuestra vida profesional. Aprendimos mucho de Chicho Ibáñez Serrador, sobre todo, disciplina y discreción.
–Volvieron con Chicho cuando el programa regresó en el 91...
–Sí, fuimos las artistas que más trabajaron en el «Un, dos, tres».
–Le caían bien a Chicho...
–A Chicho sólo le caía bien Chicho, como a todos los genios. Exigía disciplina, orden y concierto, no admitía enchufes ni amiguismos. Funcionó porque éramos diferentes, un trío de cómicas, algo entonces inaudito. Nunca nos creímos el éxito. Nunca fuimos divas. Sólo actrices.
–Y tampoco fueron tacañas...
–Nunca. Ahorradoras, sí. Hay que ahorrar para poder retirarse a tiempo. Eso de que la arruga es bella no se lo cree nadie. Hay que retirarse a tiempo del escenario, como de beber o fumar. Y hay que hacerlo por respeto a los demás y a uno mismo.
Habla Fernanda en su nombre y en el de Teresa. Paloma se casó con un norteamericano y vive en EE UU. El trío se rompió cuando Paloma sufrió un accidente: recibió el disparo fortuito de un guarda en la cara. «Nadie entendió bien cómo pasó», dice Fernanda. Antes, muchas galas. «Fue más la fama que el dinero: nos pagaban como a un cantante, pero nosotras éramos tres a repartir; estábamos contentas: teníamos el ''Un, dos, tres'' y las galas, ¿qué más podíamos pedir? También es verdad que no nos propusieron otras cosas, así que no nos perdimos nada».
–El caso es que enferman sus padres y las Hurtado se retiran...
–Nos retiramos voluntariamente para cuidarlos. Mamá hizo su última comedia, «Hora de visita», cuando ya estaba sorda. Ella quería seguir, pero ya no podía más. No le gustaba la casa, sólo sabía vivir en hoteles. Los actores, generalmente, se aburren en casa, de la familia, de todo lo que no sea el teatro. Tuvimos que acostumbrarnos a vivir los cuatro juntos, papá, mamá, Teresa y yo. A vivir y a ayudarnos con cariño, respeto y responsabilidad. Y sin dramatizar.
–Una década muy dura...
–Lo dimos todo en silencio. Fue muy dura para ellos y para nosotras. Tuvimos que aprender a vivir otra vida, pero nunca fue un sacrificio. Eso sí, cuando murieron dijimos: no queremos más padres, ni más novios, ni más nada. Vamos a volar solas, vamos a ser nosotras mismas, vamos a vivir nuestra vida.
–Dicen que nadie te enseña a cuidar a una persona con alzhéimer...
–Nadie. Cada día surgía una cosa nueva. Tuvimos que aprender sobre la marcha. Sin quejas ni gritos, sin un «mira que yo no puedo más». Aprendimos a cambiar pañales, a manejarnos con un montón de medicamentos. Todo era muy caro. Aprendimos a ser enfermeras, psicólogas y administradoras. A vivir con las luces encendidas todo el día.
–¿Cómo se supera unos años viviendo así?
–No se supera. Es una herida que está siempre ahí. No se vuelve a la normalidad; parece que se vuelve, pero no.
Unas ex empleadas cayeron por los platós carroñeros de la televisión para contar que las Hurtado no trataron de forma adecuada a sus padres. «Hay demonios que se cuelan en tu casa para apuñalarte cuando salen. Buscaban dinero y publicidad. Nos maltrataron y calumniaron sin pruebas, mintiendo; nos hemos sentido apuñaladas por las ex empleadas y por la televisión; nos va a defender el gran abogado y amigo Marcos García Montes».
–Y ahora, ¿qué? ¿Cómo viven las Hurtado?
–Nos inventamos otra vida fuera del teatro y de la tele. Hacemos retratos evolucionados en 3D. No queremos ser actrices. Eso pasó. Y cambiar nos ha rejuvenecido.
Saben vivir con casi nada, «y eso es ser rico». Creen que envejecen bien, con naturalidad, porque no le hacen ni caso a los años ni a los espejos. «Teresa está un poco mal, pero ya se le pasará; la verdad es que nos sentimos felices: con 66 años somos unas ''ancianitas'' que lo saben todo».
✕
Accede a tu cuenta para comentar