Estreno

Gigi Sarasola: «Se me ha pasado el arroz»

El empresario relata a LA RAZÓN su año de «sequía» sentimental y profesional: «Es difícil emprender ahora... Intento solucionar problemas inmobiliarios»

El empresario, durante un evento hípico en Madrid
El empresario, durante un evento hípico en Madridlarazon

No faltan conquistas en su agenda telefónica. Desde Marta Sánchez a Penélope Cruz, sin olvidar a Kika Aparicio y las diversas «niñas de papá» de la jet set nacional que cayeron rendidas a sus pies en los ochenta. Fernando Sarasola, apodado en sus tiempos de seductor como «Gigi, el amoroso» ha pasado de ser uno de los solteros más codiciados a un divorciado de oro. Desde su fugaz matrimonio –duró tan sólo 22 meses– con Tita Astolfi, parece que no levanta cabeza. Aunque él, como buen donjuán, se niega a renunciar al amor y se mantiene al pie del cañón. Le cuesta reconocerlo, y hasta le entran sudores al hablar de temas del corazón, pero Sarasola sigue siendo el rey de la noche madrileña. Eso sí, las juergas en la discoteca Pachá, que tanto frecuentaba de joven, han sido sustituidas por las fiestas más sofisticadas de la socialité madrileña, como la del martes pasado en el Hotel Santo Mauro organizada por la firma Gh Mumm en la que Gigi habló a LA RAZÓN de cómo vive su soltería: «Ya no soy un soltero de oro, no porque tenga novia ni nada sino porque ahora hay otros... A mí se me pasó el arroz». Aunque quienes le conocen, se niegan a creerlo. Según cuentan su máxima siempre ha sido la discreción. No solía presumir de sus ligues en público, aunque con los amigos, por lo visto, apostó más de una vez cuánto tardaría en seducir a una chica.

Aún con todo, asegura que pese al varapalo de su matrimonio, él no ha dejado de creer en el amor: «Para nada, será lo último que haga... Tengo un hueco muy grande para el amor pero de momento no he encontrado a la persona idónea», declara y añade: «No he conseguido rellenar ese vacío». Quizá por eso, si antes entraba acompañado de alguna de sus conquistas, ahora, lo hace amarrado del brazo de su amiga Samantha Vallejo-Nájera, de la que el miércoles noche no se separó ni a sol ni a sombra.

La única relación que se le ha conocido desde que se separó de Tita Astolfi en 2009 fue la que mantuvo con Andra Raluca Ivanov en 2010. Una mala racha sentimental que, al parecer, no se ve compensada por mejores nuevas en otros aspectos de su vida. Y es que Gigi tampoco atraviesa por su mejor momento como empresario. La crisis ha pasado factura hasta a los hijos de las grandes fortunas del país. «La verdad es que tengo pocos proyectos, es difícil emprender ahora, la situación es complicada. Estoy intentando solucionar algunos problemas, temas inmobiliarios...», confiesa Sarasola, que reconoce estar intentando continuar con sus negocios pero «con mucho más cuidado que antes».

Según cuenta, como promotor inmobiliario baraja diferentes proyectos, principalmente en España, aunque ha decidido tomárselo «con paciencia... No hay mal que cien años dure», dice. Por lo visto, Sarasola ha sufrido en su propia piel el lado oscuro del sector. Desde 2008, una de las empresas familiares, Procasa se encuentra en concurso de acreedores. Al parecer, la deuda que posee la inmobiliaria con la banca ronda los 90 millones de euros y pertenecen a créditos hipotecarios sobre varias promociones en Madrid y la zona de levante. Con este panorama, no es de extrañar que el empresario haya decidido volcarse de nuevo en su gran pasión, la hípica. Llegó a ser olímpico, hay quien asegura que podría haber llegado muy lejos de haber estado más centrado. De noche ligaba, de día montaba a caballo. Sus allegados ya lo dicen en su Facebook: «Deberías pensártelo, vuelve».