Valencia
Las diez noches de pasión que convirtieron a Julio Iglesias en padre
La historia se remite al verano de 1975, cuando una desconocida y bella bailarina portuguesa, Maria Edite Santos, conocía en un camerino en Sant Feliú de Guíxols, al cantante español más universal. Julio estaba en la cresta de la ola y tras su actuación, como era habitual, solía recibir a sus centenares de admiradoras. El primer error que cometió el cantante, entonces casado con Isabel Preysler, fue dejar constancia de ese encuentro. La imagen del apuesto cantante junto a a bella portuguesa se convirtió en una de las pruebas de cargo que la miss lusa exhibiría por los platós cuando se decidió a contar que era la madre de un hijo de Julio Iglesias.
Aquella misma noche, según contó Maria Edite en un libro, acabaron en la alcoba principal del chalé que el cantante había alquilado a su gran amigo de juergas, el futbolista Pedro de Felipe, en una bella localidad de la Costa Brava, que sería testigo de esta fugaz historia de amor. La casa se convirtió en lugar de citas clandestinas, en las que la bailarina ocupó la alcoba principal. Diez noches de pasión fueron suficientes para que la portuguesa engendrara al que, por dictamen judicial, se ha convertido en el noveno hijo de Julio Iglesias. El bebé fue concebido en sus primeros encuentros, concretamente el 19 de julio de 1975, tal y como relató la futura mamá al mundo cuando se decidió a hablar. Paseos por la playa, salidas a los mejores restaurantes y noches de copas en el local donde ambos trabajaban le hicieron creer que la incipiente historia de amor podía llegar a algo más hasta que, una de esas noches, apareció Isabel Preysler en la discoteca y sus sueños se derrumbaron.
Si hubo testigos de esta pasión, se mantuvieron fieles a la gran estrella, acostumbrados a sus devaneos con todas las mujeres que se le acercaban. Años después, cuando la historia de Maria Edite vio la luz, estos amigos, muy bien relacionados con periodistas influyentes, trataron de desprestigiarla presentándola como una bailarina de clubs de alterne. La biografía de Maria Edite se sumergió en la polémica entre acusaciones de prostitución que provocarían los deseos de venganza de la bella bailarina. Procedente de una familia humilde, se presentó al mundo, en su libro autobiográfico, como una mujer marcada por la tragedia. Estudio danza desde pequeña y siendo muy joven se presentó a un concurso de belleza. Llegó a España al ser contratada en el cuerpo de danza de una pequeña compañía inglesa que recorría España y llegó a tener un número propio, como bailarina. Era joven y guapa, exuberante y con un cuerpo de infarto, moldeado por el ballet.
Cuando Maria Edite descubrió su estado, trató de ponerse en contacto con el artista a través de terceras personas, pero él dio la callada por respuesta. Entonces, otoño de 1975, llevaba casado cuatro años con Isabel Preysler y tenían tres hijos en común: Chabeli, de cuatro años, Julio José, de tres y Enrique, todavía un bebé. Isabel y Maria Edite darían a luz con un año de diferencia a dos hijos varones: Julio José y Javier, aunque este último no sabría hasta mucho después la identidad de su verdadero padre. Crecería creyendo que el camarero de la playa de la Malvarosa con el que se había casado su madre, era su progenitor biológico. Julio saboreaba las mieles del éxito, catapultado a las listas de los numero 1 con canciones míticas como “Gwendoline” y “Un canto a Galicia” que le abrieron las puertas del mercado internacional. El artista pasaba cada vez más tiempo fuera y Miami se convirtió en su centro de operaciones para conquistar el inmenso mercado latino. La paciencia de Isabel, cada vez más consciente de las infidelidades del atractivo cantante por el que suspiraban mujeres de todo el mundo, empezó a debilitarse ante las reiteradas e injustificadas ausencias de Julio del lecho conyugal.
Isabel Preysler recordaría años más tarde como fue su sonada separación, en un país que despertaba al divorcio. En diciembre de 1976 –cuenta Isabel-, tuve con Julio una discusión fortísima. Aproveché para decirle que lo nuestro no tenía remedio y que no había más salida que la separación. Pero me convenció de que nos diéramos un tiempo antes de tomar una decisión importante... No nos separamos en 1976 a cambio de que mientras él estuviera fuera yo podría hacer mi vida.”
Gracias a su vecina y amiga, Carmen Martínez Bordiú,la filipina empezó a frecuentar los ambientes nobiliarios y del poder, comenzando una relación clandestina con Carlos Falcó, Marques de Griñón, que sería el causante del fin del matrimonio.
Así, en julio de 1978, cuando Javier Iglesias tenía poco más de dos años, se anunció mediante un comunicado la ruptura de la pareja en el diario Arriba. Pero esta separación tampoco iba a facilitar que Maria Edite y su hijo Javier mejoraran sus condiciones de vida ya que, el artista se negaría no sólo a reconocerle como hijo sino incluso a hacerse cargo de su manutención. No sería hasta que, a finales de los ochenta, cuando Javier tenía trece años, que Maria Edite se planteó contar su verdad. Acaparó portadas e inició, en 1992 la batalla legal para que su hijo fuera reconocido como hijo legítimo del artista En un principio la justicia le dio la razón, pero el cantante recurrió al Tribunal Supremo y acabó ganando la demanda por defectos procesales.
Por aquel entonces, Javier ya tenía 20 años y aprovechando el tirón mediático de su “apellido” probó suerte en el mundo de la interpretación musical. Se instaló en Miami, dónde vivían también Julio y sus hijos y grabó algunos singles con mensajes envenenados a los Iglesias: "Soy como tú", "Dame otra oportunidad"y "Lucha y verás”, son algunos de los títulos con los que trató, sin éxito, de hacer fortuna en la música. Pero, al margen de seguir alimentando su reclamación de filiación, la actividad no resultó muy rentable y en 1999 desistió de su carrera musical.
Javier, que guarda un impresionante parecido con sus “hermanos”, especialmente con Julio José, retomaría años después la lucha de su madre, contratando a un abogado especializado en reclamaciones de paternidad y famoso por ganar la batalla legal de Manuel Díaz para ser reconocido como hijo biológico y legítimo de Manuel Benítez “El Cordobés”. Fernando Osuna, defendió que existían indicios evidentes, además del enorme parecido físico entre Javier y Julio Iglesias para legitimar su reclamación de filiación. Pero fue una muestra de ADN, obtenida de una botella recogida de la basura de la casa de Julio Iglesias, la que arrojó un resultado revelador: con una probabilidad del 99,9 Julio Iglesias es su padre biológico.
Pese a la ilegitimidad de la prueba, el titular del Juzgado de Primera Instancia número 13 de Valencia, la admitió dada la "rebeldía"del cantante con el procedimiento y a su injustificada y reiterada negativa a hacerse las pruebas de ADN. La memoria de Maria Edite que durante el juicio de paternidad dio “datos muy concretos sobre la pertenencia, ubicación y distribución interior del chalet"sería clave para conseguir su objetivo de hacer padre a Julio. Finalmente, el magistrado dictaba sentencia el pasado 10 de Julio declarando a Javier hijo del artista a todos los efectos. A sus 75 años, Julio era padre de su noveno hijo y Javier, de 42, dejaba de ser bastardo. Ahora, tan sólo el recurso del cantante y de la Fiscalía, ya en marcha, podrán acabar con sus sueños de convertirse en hijo legal y por tanto, heredero de la enorme fortuna de Julio Iglesias.
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