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Los Thyssen venden su casa de La Finca

Borja Thyssen y su mujer Blanca, en una imagen de archivo
Borja Thyssen y su mujer Blanca, en una imagen de archivolarazon

No consta en las previsiones oficiales, pero ya se había insinuado desde hace varias semanas: Doña Sofía se presentará a primera hora de mañana ante el Jesús de Medinaceli para seguir la tradición multitudinaria del primer viernes de marzo. A él le atribuyen todo tipo de milagros y tanto es así que, hace un par de días, sus devotos montaron un campamento improvisado a las puertas del céntrico templo, que está muy próximo al Congreso y al Hotel Palace. A algunos no les vendría nada mal darse una vuelta por la zona para ver a la Reina que, seguramente, aparecerá con semblante serio ante la que está cayendo. Por si fuera poco, la época de invierno, con las nevadas y el frío, no ayuda a mejorar el ánimo de nadie.

Apenados y agobiados también estarán los Thyssen después de la última noticia que ayer circulaba de boca en boca: venden la casa que poseen en La Finca –donde Joaquín Torres aguanta ante las descalificaciones y los atropellos diarios al grito de «no pasarán»–. Mientras que la energía del arquitecto no disminuye, Borja y Blanca soportan estas nuevas informaciones que sólo intentan desestabilizar su relación y, creen, proceden de la Costa Brava. La pareja ve en la baronesa una liante que únicamente parece distraerse fastidiándoles. Sin embargo, el rumor pudo producirse en el colegio de su hijo mayor, ya que siempre ha estado en el punto de mira del acoso informativo. «No pueden con todos los gastos diarios de mantenimiento y comunidad, a los que hay que añadir las dos personas del servicio y la niñera de los hijos», me aseguran fuentes cercanas, tirando por tierra la generosidad de Tita, quien siempre ha estado dispuesta a ayudar. Su hijo Eric ya no va a la guardería y Sacha terminará el curso en Pozuelo, donde Blanca y Borja acuden a llevarlos y recogerlos, su principal tarea del día después de acomodar y vigilar las obras de reforma que están realizando en la casa madrileña en la que residen, curiosamente, paralelas a las que Carmen realiza en su casa barcelonesa de Pedralbes, vecina a la de los duques de Palma, otros que están también en la cuerda floja. En Madrid hicieron dos habitaciones de lo que antes eran tres para agrandar el salón, construyeron un gimnasio y un estudio para que Blanca pueda trabajar a gusto y sin agobios en sus obras, tales como la que vendió en la pasada edición de Arco. Le pagaron 4.000 euros.

Los jóvenes controlan mucho sus salidas y comen en casa normalmente, más por comodidad que por ahorro, aunque suelen ir amigos a visitarles. Se les vio recientemente cerca de Carmen Martínez-Bordiú y su nuevo novio en un local en la calle Hermanos Bécquer. Por el momento, piensan que Barcelona puede esperar, ya que siempre está en su sitio y no pierde los papeles como hacemos en la follonera capital. Que el Jesús de Medinaceli nos asista como hará con las peticiones de la Reina.