Opinión
El diario de Amilibia: El Muro de las Vergüenzas
Nada lleva peor un político apolíneo y solemne, Él, que quedarse con las vergüenzas al aire, aunque la imagen resulte deleitosa para muchas
El Rey habla de una España sólida y los partidos le hacen caso levantando cada día un muro: muro del PSOE frente al PP, muro del Gobierno en Ginebra para ocultar a los verificadores y lo que se negocie allí, muro de Ayuso para que Él no le robe el agua a Madrid…2024 va a ser un gran año para la construcción. Parece que en la política los muros son tan necesarios como los enemigos creados artificialmente: si no hay adversario real, creo uno virtual y ya está. Y todos esos muros quieren hacerlos compatibles con la transparencia absoluta, que pasa a través sin romperlos ni mancharlos, como dice la luminosa y prodigiosa Pilar Alegría. En el mundo teatral del artificio todo es compatible con todo, y si no, ahí tienen a Francina Armengol, que hace perfectamente compatible su cargo de presidenta del Congreso con el de Fan Número Uno del PSOE.
El muro de silencio que se levanta en Ginebra, o donde sea que al final se celebren las reuniones del Gobierno con los verificadores impuestos por el Puchi, se disfraza, dirá la portavoz, de la necesaria prudencia y discreción que lo delicado del asunto requiere, aunque al secesionismo catalán, más que mediadores, lo que le gustaría es ver a los mossos patrullando la frontera en el proceso de descolonización, como si Cataluña fuera una colonia (Chanel nº 5) y España el Congo belga. Parece que el muro de Ginebra será el nuevo Muro de las Vergüenzas: nada lleva peor un político apolíneo y solemne, Él, que quedarse con las vergüenzas al aire, aunque la imagen resulte deleitosa para muchas.
No se las veremos ni aunque Ana Belén vuelva a cantarle «Tun tun, ¿quién es?/ la paloma y el laurel/ abre la muralla». Gayumbos blindados.
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