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Tres años después de salir de prisión: la «cárcel interna» de Isabel Pantoja
La cantante reapareció hoy en la presentación de “Idol Kids”, que será su regreso a la televisión tras su paso por “Supervivientes”
La cantante reapareció ayer en la presentación de “Idol Kids”, que será su regreso a la televisión tras su paso por “Supervivientes”
Hoy se cumplen tres años desde que Isabel Pantoja salió en libertad tras 24 meses de prisión en el centro penitenciario de Alcalá de Guadaira. Aquel día fue de celebración, de fiesta en Cantora, de múltiples muestras de cariño. Comenzaba su nueva vida. Pero las «cárceles del alma» son más duras que las físicas, los recuerdos negativos, los ataques de ansiedad, las situaciones familiares cargadas de dramatismo, afectan a la mente como dardos envenenados imposibles de curar. Y esa «cárcel» es la que atormenta a la tonadillera, que no encuentra salida a sus demonios personales. Le sobran los amigos de conveniencia y le faltan los afectos. No todo es como parece. Por el camino se fueron quedando antiguas amistades, algunas «quemadas» por intervenciones televisivas innecesarias a juicio de Isabel y en las que algunos íntimos desvelaron cómo era su vida. Pantoja reaccionó de inmediato apartándoles de su lado.
Hoy la cantante reapareció en todo su esplendor este lunes en la presentación de “Idol Kids”, el programa de televisión con el que regresa a la pequeña pantalla tras su memorable paso por “Supervivientes”. Con un vestido ajustado y muy amable con los medios, reconoció que el formato que incluye a los más pequeños le emociona y se le partirá el alma cuando a alguno tenga que decirle que no: Cuando el niño sale al escenario y se encuentra con nosotros, se asusta, empieza a temblar... y no puedo dar un boto rojo”
De su círculo más cercano de antaño apenas quedan unos pocos: Luis Rollán, Raquel Bollo, su sobrina Anabel, su hermano Agustín y su hijo Kiko. El resto está en el congelador o en el olvido. Su gran apoyo fue siempre su madre, doña Ana, pero una enfermedad neurológica, un alzhéimer progresivo, la ha «separado» paulatinamente de su hija al caer en el llamado «mal del olvido».
Una persona muy allegada a Isabel descubre que «su madre está mejor, pero ella lo está pasando muy mal, y si pone la sonrisa por delante es para ocultar la pena. Doña Ana es un pilar fundamental en su vida, madre, amiga y confidente, y verla así, tan marcada por el alzhéimer, es un hándicap muy grande para Isabel. Intenta encontrar consuelo en su nuevo trabajo en Mediaset, pero no tiene, de momento, las fuerzas ni el ánimo para emprender esa gira musical pendiente. El problema añadido es que necesita conseguir fondos para paliar deudas y llevar una vida lo suficientemente cómoda como para no preocuparse por los vaivenes económicos. Hasta que comenzaron esos problemas, en buena parte propiciados por su relación con Julián Muñoz –que considera un “borrón” en su vida–, llevaba una existencia estable y sin agobios».
Desde que abandonó la prisión impuso a los suyos el silencio sobre esa etapa tan complicada. No le gusta contar, ni escuchar, cualquier cosa que le recuerde a la celda que ocupó durante dos años. Pero hay quien cree que es un muro que traspasará algún día previo pago de una exclusiva en su revista de cabecera, la del saludo. Por ahora, no ha escuchado ofertas, que las tiene sobre la mesa, primero debe curar los males del alma, los turbios recuerdos de su falta de libertad.
Y si el delicado estado de salud de su progenitora ya la trae por el camino de la amargura, los desencuentros con su hija Isabelita, ahora Isa P. para el gran público, agravan más si cabe su pena interior. Ni se hablan ni se escriben. Isa, a juicio de su mediática mamá, no se comporta con la familia como debiera. Son más los disgustos que las alegrías, los enfrentamientos que las esperadas reconciliaciones. No se entienden.
Pero mienten los que aseguran que la cantante ha exigido a Mediaset que echen a Isa de su trabajo como colaboradora del programa de Ana Rosa Quintana. Aunque la desesperación por sus «feos» a su abuela y a su tío Agustín comienza a convertirse en extrema. Hay situaciones que perdona el cerebro pero enervan al corazón. Y la vena pasional de la artista sale para lo bueno y para lo malo.
Se nota en ella su bajo estado de ánimo, y el ejemplo más claro lo encontramos en su relación con los periodistas. Lo que hace un par de meses eran risas y compadreos, ahora se torna en malas caras y «desprecio» cuando intentan preguntarle por la calle. Antes contestaba, generalmente con frases milimetradas, suplidas, excepcionalmente, por parrafadas más largas. Ahora, miradas desafiantes y silencio por respuesta.
La infelicidad personal la supera y la hace ser menos accesible. En el plató de «Idol kids» contemplan sus dos caras: la alegre mientras graba delante de los concursantes infantiles y la triste en cuanto no la enfocan las cámaras. No sabe fingir cuando se apagan los focos y la realidad supera al resto de las cosas.
La venta de Cantora
Como contamos en exclusiva en LA RAZÓN, su intención es vender Cantora, una finca que prácticamente es un pozo sin fondo de gastos, e instalarse definitivamente en Madrid con su madre y su hermano. Buscan un chalet asequible en las urbanizaciones cercanas a Tele 5. Si surge una buena oportunidad, para comprar; en el caso contrario, de alquiler.
En este trienio, no ha querido saber nada del amor. Le sobra una hipotética pareja y no necesita un hombre para arreglar sus desasosiegos. Y eso que, dicen, no le faltan pretendientes. Intentos vanos por conseguir el afecto de quien fue considerada «la viuda de España» cuando falleció el hombre de su vida, Francisco Rivera «Paquirri». Nunca más amó Isabel a nadie como al padre de su hijo Kiko, ni a Julián Muñoz, ni a Diego Gómez. Hasta han inventado romances que resultaron ficticios, como los de un importante funcionario de la prisión o el que la vinculaba a «El Tato», hoy ex trabajador de Cantora, con el que se la veía asiduamente a finales del pasado año. Pura relación profesional con uno y otro. Su corazón está cerrado al amor y no hay indicios de que alguien tenga la llave de sus sentimientos.
La «cárcel» interior, la del alma, es el peor bagaje para una Isabel Pantoja mucho más sensible de lo que aparenta en público. Esa es su mayor condena.
Jesús Vázquez, obsesionado con la cantante
Según cuentan, la relación entre Jesús Vázquez e Isabel Pantoja rozaría la obsesión y la devoción que el presentador siente por la cantante es total. Ambos se encuentran trabajando juntos en el programa «Idol Kids», que se estrena hoy mismo con la tonadillera en el jurado junto a Edurne y Carlos Jean.
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