Atenas

La UE tiembla ante una Grecia sin euro

Los expertos alertan de un maremoto si Atenas abandona la moneda única para sortear la quiebra

Los líderes económicos, en el encuentro anual del FMI
Los líderes económicos, en el encuentro anual del FMIlarazon

BRUSELAS- Para el presidente del sanedrín de líderes europeos, Herman Van Rompuy, la Gran Recesión es el «desafío definitorio de mi generación». Hasta ahora, los dirigentes del euro están escribiendo con renglón torcido sus páginas en esta historia, ya que su incapacidad para solucionar la crisis griega está poniendo en peligro la frágil recuperación mundial y el proyecto europeo.

La falta de tino ha provocado un toque de atención firme del FMI primero, EE UU después, y este viernes, de los países emergentes, para que actúen con «contundencia» y liderazgo para atajar las llamas. Sin embargo, la lentitud está provocando que se rompan nuevos tabúes. El último es la salida del euro de Grecia.

Desde que se mencionara por primera vez en mayo, las filas del bando que defiende esta posibilidad ha crecido, aunque para el comisario de Asuntos Económicos, Olli Rehn continúa siendo especulación. «Una quiebra incontrolada o una salida de Grecia de la eurozona causaría un enorme daño económico y social, no sólo en Grecia sino también en la Unión Europea», comentó.

Lo primero que se debe analizar es si los tratados permiten que un país de los 17 del euro abandone el club. La respuesta es no. La única posibilidad de que un país vuelva a su moneda nacional es si, al mismo tiempo, deja la UE. Sin embargo, un veterano observador que lleva siguiendo la política europea casi 15 años duda de que si, llegado el momento, los griegos piden una salida del euro pero no quieren dejar la Unión, no se buscara un agujero legal o se modificaran los tratados.

Guntram Wolff, vicedirector del think tank Bruegel, describe el oscuro escenario que recibiría a Grecia en su vuelta al dracma. «La tasa de cambio, los bienes de empresas y hogares sufrirían un gran daño, y las firmas entrarían en un juego de lotería, siendo ricas o pobres en función del lugar desde donde hubieran emitido sus bonos corporativos». Más aún, según recuerdan otros expertos, las autoridades reguladoras se verían obligadas a imponer un «corralito» para impedir la retirada masiva de fondos en euros, e incluso Grecia podría verse obligada a salir del mercado común. Un informe del banco suizo UBS estima que en el primer año la factura de tal decisión alcanzaría hasta el 50% de su PIB nacional.

El coste de la enorme deuda privada griega se dispararía, muchas empresas griegas quebrarían y el sistema bancario quedaría al borde del colapso para que Grecia pudiera ser más competitiva, al devaluar su moneda. Sin embargo, Wolff también desinfla las expectativas porque «Grecia no tiene ni siquiera la capacidad física, en sus puertos y su industria, para ser tan exportadora, lo que le llevaría años conseguir».

Es por eso que este experto coincide con la mayoría de analistas que opina que una salida del euro sería «un desastre para Grecia». Bando al que se suma el catedrático de Fundamentos de Análisis Económico de la Universidad Complutense, Carlos Sebastián, quien anticipa que los helenos se encontrarían «con una de las inflaciones más altas del mundo y una nula credibilidad como deudores», ya que una salida del euro les llevaría «necesariamente» a una suspensión de pagos.

Daños colaterales
El mayor riesgo llegaría no por las consecuencias en Grecia, sino por los daños colaterales en el resto de los socios de la moneda común. Si Atenas sale del euro, «se mostraría a los mercados cómo romper la moneda común, porque verían que el euro no es igual en Dublín que en Fránkfort». Con un precedente sobre la mesa, «sería el final del euro, porque de Grecia el contagio pasaría a Irlanda, de ahí a Portugal, España y finalmente Italia». Y de ahí, al resto del planeta, a pesar de que el país representa sólo un 0,5% del PIB mundial. O, como describe Sebastián, «si se crea la imagen de que el matrimonio se puede romper, [los mercados] pensarían que otros matrimonios también se pueden romper». Por ello, «no sería verdad que [una salida de Grecia del euro] terminaría con las presiones, más bien al contrario, las aumentaría», completa.

Los comentaristas anglosajones, el coro más crítico con la insolvencia de los griegos y partidarios de las soluciones más duras, también se han alineado en contra del abandono. Martin Wolf escribió en «Financial Times» que la «misma noción de la salida es desestabilizadora» y el contagio sería «inevitable». Sin embargo, en las mismas páginas del diario, el mediático economista Nouriel Roubini abogó por que los griegos se vayan como la vía más inmediata para que puedan ganar competitividad, e incluso sugería que Portugal también pudiera salir del euro por tener problemas similares.