Trío fallido

Qué difícil resulta hablar de amor. Y de sexo, y de romanticismo, y del deseo, y de relaciones a dos, tres bandas. Qué sumamente complicado ser igual que Bertolucci, o un director francés de aquellos tan buenos, pienso en Truffaut, en Rhomer, y qué complicado, más todavía, contar con gancho, con pegada y emoción, la historia de una pareja de jóvenes enamorados, felices y tal, cuyo mundo se desploma estrepitosamente cuando él comienza una relación sentimental con otro hombre. ¿O no? A Xavier Villaverde le cuesta la misma vida, incluso creerse su propio guión, hacerlo carne y hueso reales, en una película donde, por otro lado, el erotismo resultaba un elemento fundamental. Y no me refiero a tanta escena de cama, no. De manera que todo suena un poco engañoso, de mentira en esta película: la atracción primera, la última, los celos, las peleas, los sollozos, las reconciliaciones... Hasta el trabajo de la chica en una publicación gratuita y las broncas con su madre, depresiva y sola. Al cabo, nos queda lo que pudo haber querido contar el director y lo que no fue, el esfuerzo, algún instante con ganas. Pero eso, como tantas otras cosas en la vida, no puntúa, o puntúa menos que cero.