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Plazas y plazas

La Razón
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Hasta hace poco, uno no tenía pruebas de la existencia de platillos volantes o cosas por el estilo. Honestamente, nunca había visto uno... hasta hoy. En la fallecida plaza de toros de Las Arenas, pronto reconvertida en centro de ocio y de Jordi Tardà, desde hace poco se ha posado un ovni. Es cierto que todavía no está concluido, que le hace falta una mano de pintura, pero la nave ya ha aterrizado. Si a eso le añadimos que han instalado en uno de los lados de Las Arenas una especie de lanza roja dejada por un caballero malo, mientras que en otro lugar del exterior de la plaza hay un brazo de cristal de discutible gusto, nos encontramos con una remodelación arquitectónica con muchos peros.Todo esto tiene lugar en la plaza España de Barcelona. Josep Pla decía con su profundo conocimiento de causa que las plazas son espacios en los que uno debe sentirse cómodo, aunque en realidad no sirvan para nada. Pero en la plaza España hay un aire de incomodidad pronunciado. Si antes resultaba frío con sus edificios policiales de tonos amarronados, ahora ya es directamente un glacial. La comisaria sostenible de Saura, en la esquina con Paralelo y Gran Vía, ha ayudado a rematar la jugada.No sé quién inició este proceso de destrozo, pero lo que me resulta más doloroso es que ahora queda oculta la maravillosa Casa Fajol de Josep Graner. El bonito nuevo brazo de vidreo de Las Arenas lo ha hecho posible. Genial.