El Cairo
Mursi se mira en el espejo iraní
El presidente electo promete relanzar la relación con Teherán. Obama garantiza su apoyo a la «transición democrática»
EL CAIRO- El nuevo presidente electo de Egipto, el islamista Mohamed Mursi, se despedía el domingo de su piso alquilado en las afueras de El Cairo y ayer ya se familiarizaba con la residencia presidencial, que ha estado vacía 16 meses, desde la caída de Hosni Mubarak. La guardia presidencial ya le escolta dondequiera que vaya y en todas las portadas de los periódicos egipcios aparecía ayer por la mañana su nombre en grandes letras, incluso en aquellos que fueron portavoces del régimen.
Se abre un nuevo capítulo en la historia de Egipto, que amaneció en calma después de los miedos a un posible rechazo o una reacción violenta tras el anuncio del ganador de las presidenciales, durante las cuales el ambiente se tensó y polarizó muchísimo. La Bolsa lo celebraba con una espectacular subida de más del 7%, confiando en que el nuevo jefe de Estado traiga cierta estabilidad a la escena política que permita la recuperación económica, destrozada por los brotes de violencia y la falta de certezas. En la escena exterior, Mursi se ha mostrado a favor de normalizar las relaciones con Irán, que fueron cortadas en los 80 después de que Egipto firmara el tratado de paz con Israel, acérrimo enemigo de los ayatolás. Además, El Cairo siempre ha sospechado de las aspiraciones iraníes en Oriente Medio, donde Egipto ha sido y es un actor fundamental, y de religión suní, frente al Irán chií (dos ramas separadas y antagónicas del islam). A pesar de las diferencias sectarias, los Hermanos Musulmanes prefieren mirar hacia Oriente antes que a Occidente.
Pero muchísimas dudas permanecen aún en torno a lo que podrá hacer Mursi y lo que le dejará hacer la Junta Militar, que es la que controla «de facto» Egipto. Al final de la semana, los generales deberían entregar el Poder Ejecutivo al nuevo presidente, aunque aún no está claro cuándo ni cómo tomará posesión, después de la disolución del Parlamento hace menos de dos semanas. En principio, Mursi rechazaría jurar su cargo ante la Corte Constitucional, que disolvió la Cámara Baja, dominada por los Hermanos Musulmanes, y se rumorea que incluso podría hacerlo en la plaza Tahrir, símbolo y cuna de la revolución. Las últimas normas dictadas por los militares, que se han adjudicado el Poder Legislativo y le han quitado prerrogativas al presidente, complican y confunden el marco legal en el que tendrá que moverse Mursi y contra el que tendrá que luchar para presentar resultados a los egipcios, impacientes y necesitados después de casi un año y medio de transición en la que sus condiciones de vida no han hecho más que empeorar. «Necesitamos que la economía vuelva a ponerse en marcha, que todo el mundo trabaje y que haya seguridad, eso es lo prioritario», dice Ayman, en un barrio humilde de la capital, confiado en que Mursi puede traer todo eso. Junto a su hermano Imad, los dos creen que hay que darle una oportunidad. Aunque no lo haga bien, será un presidente elegido por el pueblo.
Y al pueblo tendrá que rendir cuantas Mursi. En el país donde la revolución fue impulsada desde internet, la red se encargará de supervisar el trabajo del presidente a través del «Mursi termómetro», que registrará on-line si éste cumple con lo establecido en su programa electoral, desde la seguridad hasta la limpieza.
Mientras, la plaza Tahrir seguirá siendo un indicador de cómo van las cosas en Egipto y, por ahora, todavía hay motivos para permanecer en la plaza. Los Hermanos Musulmanes han dicho que seguirán presionando hasta que los militares renuncien a disolver el Parlamento y dejen que el presidente lo sea con plenos poderes. El «rais» electo empezó ayer las consultas para formar tanto su gabinete presidencial como un nuevo Gobierno. El actual Ejecutivo, nombrado por los militares en noviembre, presentó su dimisión ayer, tal y como establece el protocolo, aunque seguirá en funciones hasta que el jefe de la República nombre al nuevo. Mursi ya ha asegurado que será un Gobierno plural y representativo, en el que se rumorea que podría participar el premio Nobel de la Paz y ex candidato Mohamed El Baradei.
A nivel internacional, Estados Unidos valoró positivamente las elecciones democráticas que, por ahora, han concluido sin altercados. Washington, principal aliado occidental de Egipto, ha sido el que ha dado la bienvenida más calurosa al nuevo faraón, y hasta los rebeldes sirios han encontrado en este paso dado un poco de esperanza para seguir con su lucha por la libertad.
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