Cataluña
Sin sorpresas
CiU ha obtenido más escaños que los que le otorgaban los sondeos, pero también puede decirse que ha vuelto a ganar; pues ya venció cuando Maragall presidió la Generalitat o cuando Montilla se sentó en el Palau. La diferencia estriba en que en esta ocasión la suma de escaños del tripartito, que se ha estrellado, no supera a la coalición nacionalista, lo que le permitirá a Mas, por fin, presidir el Ejecutivo catalán, a diferencia de las ocasiones citadas. Y puede hacerlo en minoría y en solitario, pues se cumplen las dos condiciones que él mismo puso en campaña: obtener más de 60 escaños y superar a PSC-ERC-ICV juntos; y lo ha hecho por amplia mayoría. Esta victoria puede, asimismo, analizarse desde diferentes puntos de vista. Por un lado, rompe las previsiones agoreras que probablemente confundían deseos con realidad al anunciar la práctica desaparición de CiU si permanecía dos legislaturas lejos del poder. Ayer se comprobó que no sólo no ha sido así, sino que ha regresado con más fuerza. Por otro, y aunque resulte paradójico, un Gobierno nacionalista puede dar mayor estabilidad a las relaciones de esa comunidad con el Estado, como ha sucedido durante los años que ha gobernado en estas tres últimas décadas. Ha sabido entenderse con el Gobierno central, independientemente de quien gobierne en Madrid y, en cambio, cuando más «lata» ha dado Cataluña y sus reivindicaciones independentistas ha sido con el PSC presidiendo la Generalitat. Además, en la actual situación económica tampoco resulta baladí el hecho de que la coalición nacionalista se circunscriba en el espectro político de centro-derecha, lo que permite presumir que afrontará la actual crisis que sufre Cataluña con una gestión más acertada de los medios de que dispone probablemente. Y por último queda una incógnita: ¿pedirá más el Concierto económico como anunció en campaña?
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