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El paripé

La Razón
La RazónLa Razón

Esto de la reforma laboral, qué cosas, comienza a acercarme a Zapatero. Más por lástima que por acierto, más por ternura que por convicción. La reunión de la mesa del diálogo social me recuerda mucho a un «sketch» de los Monty Python que mi amigo Fran, prestigioso abogado y del Atleti, me recordó a través del «Feisbu». En «Buenas tardes, me gustaría tener una discusión», el gran Michael Palin llega a una oficina con diligente secretaria. Buenas tardes: ¿puedo ayudarle? Sí, me gustaría tener una discusión. ¿Ha estado aquí alguna vez? No, es la primera. ¿Quiere tener sólo una discusión o quiere un abono? Bueno, ¿cuánto cuesta? Una libra, una discusión de cinco minutos, y sólo ocho libras un abono de diez. Cogeré una y veré cómo va. Bien, pruebe con el señor Barnard. Despacho doce. Muchas gracias. Toc, toc. Qué quiere. (Es Graham Chapman). Buenas tardes. ¡No ponga esa cara de loro! ¿Qué? ¡Cierre esa boca apestosa, gilipollas, me hace vomitar!¡Necio engreído, pervertido maloliente! Oiga, he venido a por una discusión. Oh, perdone, esto es un abuso. Tiene que ir al doce A. Es la siguiente puerta. Entiendo, muchas gracias. De nada. (En la doce A aguarda, detrás de una mesa, el magnífico John Cleese). ¿Es éste el despacho para una discusión? Sí, ya se lo he dicho. No me lo ha dicho. Si, lo hice. ¿Cuándo? Ahora mismo. No me lo ha dicho. Sí, lo dije. No lo dijo. Le digo que sí. No. Perdone, ¿es una discusión de cinco minutos o de media hora? Sólo de cinco minutos. ¿Sólo de cinco?, bien, gracias. Pero se lo había dicho. Oh, no. Dejemos clara una cosa: se lo había dicho. No, no lo hizo. Sí lo hice. No. Sí, lo hice. ¡Esto no es una discusión! Sí, lo es. No, es sólo una contradicción. No lo es. Sí, lo es, acaba de contradecirme. No es verdad. Sí, lo es. Una discusión no es una contradicción. Puede serlo. No, una discusión es una serie conexa de afirmaciones para establecer una proposición. Oiga, si discuto con usted tengo que tomar una postura contraria. Sí, pero no es sólo decir que no. Una discusión es un proceso intelectual, la contradicción es negar automáticamente lo que el otro dice. Gracias, se acabó su tiempo. Teniendo en cuenta a los interlocutores (un sindicalista amortizado, otro al que el traje le queda grande y un patrón, que por no entrar en otros terrenos, a esas horas no podía ya dirigir más que la Cepyme), lo de la reunión es casi de «sketch». Y que me perdonen los Monty.