El devorador de Guinness

Cuando se le acercó la azafata, le pidió una cerveza Guinness para él y una ronda para el resto de pasajeros a su cuenta. Así es Darren Clarke, un hombre cercano, afable y alegre, a pesar de todo. Nada que ver con el prototipo de deportista de élite. Tiene un carisma único, que le hace ser uno de los jugadores más queridos en el mundo del golf.
Clarke, de 42 años, ganó su primer «grande» el domingo dando toda una exhibición de cómo jugar los «links». Se mantuvo sereno hasta que llegó al «green» del 18 del Royal Saint Georges sabiéndose ganador. Entonces comenzaron a aflorar las emociones ante un público absolutamente volcado con uno de sus ídolos. Clarke es norirlandés, pero la escena se podría haber dado en Miami y el resultado hubiera sido el mismo. Siempre ha sido un hombre muy querido en todas partes y la desgracia personal que tuvo que afrontar hace unos años no hizo sino fortalecer el vínculo.
Clarke perdió a su mujer, Heather, en 2006 por un cáncer de pecho y se quedó viudo y con dos hijos, Tyrone y Conor. A pesar de todo, decidió participar en la Ryder Cup seis semanas después y se convirtió en el héroe del equipo de Ian Woosnam ganando todos los puntos que jugó. Su imagen bebiéndose una pinta de Guinness de un trago para celebrarlo dio la vuelta al mundo. Dos años después, a Amy, la mujer de Phil Mickelson, le diagnosticaron la misma enfermedad y Clarke fue el primero en llamarle. Ahora son íntimos amigos.
El triunfo de Clarke supone la confirmación del buen momento que vive el golf norirlandés, con tres triunfos en los últimos seis «grandes». Curiosamente, el veterano y mentor de los otros dos campeones, McDowell y McIlroy, ha sido el último en ganar. Fue McDowell quien le montó una cita a ciegas hace dos años con Alison, ex Miss Irlanda del Norte. La pareja se casará este año y la Guinness será la bebida oficial. Paga Darren.