Arquitectura

Falsedades y mentiras sobre San Telmo

La restauración del inmueble demuestra cómo Vázquez Consuegra olvida su postura ante la intervención de Basterra en 1926 y obvia varios artículos de la Ley de Patrimonio Histórico

Estado en el que ha quedado el patio de San Jerónimo con su nuevo cerramiento
Estado en el que ha quedado el patio de San Jerónimo con su nuevo cerramientolarazon

Las obras en el Palacio de San Telmo, esa «máscara barroca», según opinión de su rehabilitador, han dado lugar, entre otras cosas, a un gran enfado de don Guillermo Vázquez Consuegra, a pesar de la remuneración multimillonaria que el proyecto y la dirección de las obras le habrá generado.Debemos entenderlo así, cuando en una entrevista el arquitecto califica al Partido Popular de mentiroso, además de acusarlo de falsear la realidad y participar en una campaña que «intenta menospreciar la recuperación del palacio», para terminar amenazándolo con sus abogados en línea con el famoseo televisivo. Todo ello a cuenta de la queja del PP por lo que entienden como excesivo, el gasto en la reparación de la sede de la Junta de Andalucía. Mientras, añadimos nosotros, joyas del barroco sevillano como la iglesia de Santa Catalina (uno de los primeros monumentos que se declararon Bien de Interés Cultural), o la de Santa María la Blanca (en verdadero y cierto peligro de pérdida de sus magníficas yeserías) esperan unas migajas del presupuesto público de la Junta para su recuperación.No obstante, conociendo la fugacidad de las cosas y la mudanza de los tiempos, don Guillermo piropea a Soledad Becerril, recordando que gracias a ella hizo su primera obra en el palacio. Pero no sólo hace blanco de sus iras a los populares; a Adepa nos acusa de hacer un falso informe para la Academia de San Fernando, lo que conllevó la paralización de las obras; retrasar las obras durante seis meses, siendo responsables, por tanto, en parte, del aumento en el gasto final de la rehabilitación y contar grandes mentiras como la destrucción de los patios de Basterra, «sin aclarar que era una arquitectura deleznable».El calificativo de deleznable, junto a la idea que el arquitecto pone en boca de la Real Academia de San Fernando, de que los patios de Basterra suponen un atentado patrimonial contra el edificio y había que destruirlos, nos dejó absolutamente sorprendidos, ya que en sus libros «Sevilla. Cien edificios» (1986) y «San Telmo. Biografía de un Palacio» (1990), el mismo arquitecto, que ahora califica de deleznables los patios, decía refiriéndose a Basterra y su obra: «Con esta actuación el palacio va a alcanzar su cota de mayor clarificación». Y si estas palabras pudieran aún generar alguna duda, dice a continuación: «En 1962, Galnares Sagastizábal presentará un proyecto de reforma interior que supone, sin duda, la aportación más desafortunada de cuantas intervenciones han venido sucediéndose hasta estas fechas. Pensamos que la demolición en un posible y deseable cambio de uso del edificio sería el destino más aconsejable a este conjunto de operaciones».Es evidente que el señor Vázquez Consuegra ha evolucionado mucho en su interpretación y valoración de la obra de Basterra de1926, y lo peor, ha olvidado que en el artículo 39.3 de la Ley de Patrimonio Histórico Español se dice: «Las restauraciones de los Bienes de Interés Cultural respetarán las aportaciones de todas las épocas existentes. La eliminación de alguna de ellas sólo se autorizará con carácter excepcional, y siempre que los elementos que traten de suprimirse supongan una evidente degradación del bien». Este artículo nos hace coincidir plenamente con lo que el restaurador decía en su obra: la reforma de Galnares Sagastizábal debía de ser demolida, la de Basterra o Talavera, conservada. Como vemos, no es una cuestión de gustos ni de opiniones, aunque sea la nunca bien ponderada del señor Vázquez Consuegra, y aunque la Administración cultural lo permita, es un tema de legalidad de las actuaciones. La destrucción de los patios de Basterra por Vázquez Consuegra contradice sus argumentos anteriores, era innecesaria y es, desde nuestro punto de vista, ilegal. Otro artículo de la Ley de Patrimonio Histórico Español, el 39.2, dice: «Las actuaciones... evitarán los intentos de reconstrucción, salvo cuando se utilicen partes originales de los mismos y pueda probarse su autenticidad». ¿Se ha cumplido este artículo en el inventado patio de San Jerónimo, y sobre todo en su cierre superior?Podríamos seguir hablando de la inexistente declaración de ruina para las demoliciones, del costo de las obras y de lo que decía el arquitecto sobre el estado de conservación del edificio en su reiterado «Sevilla. Cien edificios», de los cambios de pieza en la Real Academia de San Fernando, pero será probablemente en otro sitio. Este artículo debe terminar, pero no sin antes recordarle que la diferencia entre un Estado de Derecho y una Dictadura está en la libertad de expresión y en el cumplimiento estricto de la Ley, sin interpretaciones ni bulas.

* Joaquín Egea es presidente de Adepa.