Albacete
Amor fatal con 26 años de diferencia
Almudena, de 13 años, confesó en las redes sociales que seguía amando a su asesino. La Policía estrecha el cerco sobre el agresor, de 39, que poseía un arsenal de armas en casa
EL SALOBRAL (ALBACETE)- Casi siempre que una mujer aparece asesinada, el móvil pasional aparece en la investigación policial como una de las más que posibles causas del crimen. Así sucede también en el caso de la muerte de Almudena Márquez, de 13 años. La joven falleció el pasado sábado a manos de Juan Carlos Alfaro Aparicio, de 39 años, en la pedanía albaceteña de El Salobral, en un crimen donde todo apunta a un amor fatal, o mejor dicho, a un desamor fatal. Ambos mantenían desde hace meses una relación sentimental que era conocida por muchos de los vecinos de este pequeño pueblo de poco más de 1.500 habitantes, una relación que la familia de la chica no aprobaba, pero que era consentida por Almudena.
Juntos por la calle
Según explican los vecinos, era habitual verlos juntos por la calle. Juan Carlos, también conocido en El Salobral como «El jardines» o «El Fraguel», solía ir a buscar a la chica a la puerta del Instituto donde estudiaba. También se les veía este verano sentados a la puerta de la casa de él, que tras un accidente de moto estuvo un tiempo llevando muletas y aún cojea. «Estaba loco por ella», cuenta un vecino. Y ella también lo estaba por él, al menos a juzgar por uno de los comentarios que publicó en su perfil de Facebook, donde la joven se hacía llamar Oscuridad. «Yaya no existe ningún José quieras o no sigo amando a Juan Carlos Alfaro Aparicio [sic]». De hecho, tan enamorada estaba que solía escaparse por las noches para ver a Juan Carlos, por lo que tuvieron que poner en su casa un cierre de seguridad.
No obstante, la madre de uno de los compañeros de clase de Almudena cuenta que era un niña más infantil de lo normal, que no solía juntarse con niños de su edad, sino que iba con gente más pequeña, de «buen corazón y amante de los animales» a la que, según su página de Facebook, red social a la que entró sin tener la edad legal para ello, le apasionaba el heavy metal y el rock. Criada desde pequeña por su abuela, que vivía en pareja con uno de los heridos por el asesino en su huida, formaba parte de una familia desestructurada. Su madre, divorciada y muy joven, vivía en otra casa del pueblo con su novio. Ella fue la que denunció a «El jardines» ante la Policía por la relación que mantenía con su hija, menor de edad.
Al cierre de esta edición, el presunto asesino aún no había sido localizado, después de que huyese el sábado por la noche disparando a discreción a todo el que encontraba a su paso. Fue así como A. D. S., un vecino de 40 años que había salido a la calle a fumar, perdió la vida. También resultó herido en un hombro la pareja de la abuela de la niña, que estaba dentro de su coche. El Salobral era ayer un pueblo tomado por 40 efectivos de la Policía y la Guardia Civil, en el que los vecinos permanecían dentro de sus casas y con las persianas bajadas por seguridad. La Policía inspeccionaba cada maletero de cada coche que entraba o salía e incluso el mero hecho de acceder al pueblo era complicado. «No puedes pasar. Es por tu seguridad», decía la Policía a los informadores.
En El Salobral hay multitud de casas abandonadas donde el asesino podría esconderse, circunstancia que no ha sido descartada por la Policía, que patrullaba el lugar con chalecos antibalas y ante la constante vigilancia aérea de un helicóptero. Fuentes de la investigación confirmaron a LA RAZÓN que hoy se incorporarán a la búsqueda más efectivos y se buscará con la ayuda de perros en un maizal cercano y en el monte, donde también podría estar escondido Juan Carlos, que conoce la zona a la perfección. De hecho, algunos vecinos apuntan a que este mecánico en paro podría haber estado siete años viviendo en la montaña como un ermitaño. No obstante, actualmente vivía con sus padres y sus hermanos, «gente extraña», como afirman algunos vecinos. Al parecer, sus dos hermanos, de 20 y 43 años, nunca salen de casa, «sólo por la noche se asoman a la terraza». Sus padres, que antes regentaban un supermercado en Albacete, se dedican ahora a las «chapuzas».
El presunto asesino es un apasionado de las armas, aficionado a la caza y «un buen tirador». Incluso formaba parte del club de caza de la localidad. En el registro de su casa, la Policía halló abundante armamento, una katana, máscaras antigas y varios videojuegos extremadamente violentos. Esto se suma a los fusiles que habría recogido de su vivienda tras matar de tres disparos con una pistola a la joven. A juzgar por el rastreo de las llamadas que realizó tras el crimen, la Policía cree que «El Fraguel» sigue en la zona. Tras varias llamadas, todas ellas en el entorno del municipio, a las tres de la madrugada llamó a su padre, que le pidió que se entregase. Su primera llamada podría haber sido a un amigo al que la habría comentado su intención de suicidarse.
Un siniestro perfil en Facebook
En la página que tenía en Facebook, Almudena Márquez no era Almudena, esa niña de 13 años que sus vecinos califican de «infantil». En la red, donde expresaba su amor por el que luego se convertiría en su asesino, su nombre era Oscuridad. Un apelativo en consonancia con el contenido que colgaba en su perfil de esta red social: heavy metal y frases lapidarias cargadas de simbolismo, entre las que el pasado mes de febrero se coló una siniestra premonición: «Uno nunca sabe lo que el destino te tiene reservado», dijo Almudena. «Por eso hay que ir con cuidado en la vida nieta consejo de abu [sic]». De nada sirvió la advertencia de su abuela Paqui.
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