Sevilla

Y el sobrero nos salvó

Santander. Quinta de la Feria de Santiago. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, el 6º sobrero de la misma ganadería, bajos de presentación, descastados y deslucidos salvo el gran sexto, sobrero, que tuvo mucha calidad, duración y profundidad en la embestida. Lleno.Enrique Ponce, de grana y oro, buena estocada (silencio); estocada (silencio).Morante de la Puebla, de caña y azabache, media estocada (silencio); estocada (silencio).Daniel Luque, de azul marino y oro, pinchazo, estocada perpendicular (silencio); estocada caída, aviso, dos descabellos (oreja). 

Y el sobrero nos salvó
Y el sobrero nos salvólarazon

Alvaro Núñez tenía ayer el corazón dividido. Siete de sus toros, divisa Núñez del Cuvillo, afamada por méritos propios, habían tomado rumbo Santander desde sus bellísimas tierras gaditanas y otros tantos abandonaron el sur en busca de Mediterráneo. Dos ferias clave en este mes de julio: la del norte y Valencia. De lo que ocurrió en Valencia da cuenta Paco Delgado unas líneas más abajo. En el norte, corazón santanderino, ciudad para enamorarte, se lidió un encierro que fueron los hermanos pequeños del día anterior. La corrida de El Montecillo que se echaron a la espalda Pinar, Cid y Mora era para situar al toro de Santander entre las cumbres de la temporada; los de ayer nada que ver. Ni una cosa ni la otra. La preciosa feria de Santander, tan bien organizada en muchos aspectos tiene sello propio y también debería tener su toro. El toro que mida con el mismo rasero a todos: las dificultades ya vienen añadidas por las divisas. La seriedad de Santander les avala. También la apuesta por la Fiesta y su promoción.


Cuvillo echó ayer seis toros de repetido patrón: descastados, sin fondo ni forma para seguir la muleta. La historia se repetía, la genética que falla, que desencanta, que nos arranca las ilusiones. Sobre el nombre, el tercero de la tarde, tenía toda la literatura del mundo: "Arrojado". El toro que llevó a la gloria a Manzanares y se salvó la vida, hoy semental de la ganadería en un entorno idílico. El "Arrojado"de ayer nos arrojó a los demonios en procesión. Nada había que hacer por allí. La suerte estaba echada y el mal fario de la tarde parecía predestinado. Morante, peregrinación morantista, se frustró ante el lote. Se podía estar más tiempo delante del toro pero el resultado era el mismo: nada por aquí y nada por allá. Toros descastados, poco recorrido, desentendido... Hubo, tiramos de pellizcos por efímeros que fueran, un lance por el pitón izquierdo a su primer toro de salida, soberbio. Perfecto y una buena media. Hasta ahí nos dejaron leer.
Tampoco Enrique Ponce logró sumar. Deslucido su primero, estoconazo para rematar y un cuarto que soltaba la cara.


A Daniel Luque le había tocado "Arrojado", pero el toro no fu ni la sombra de aquel Cuvillo lidiado en Sevilla. El sexto se lastimó. Al presidente le costó sacar el pañuelo verde. Más clara la devolución no podía ser. No era cuestión de opiniones, el toro se había lesionado durante la lidia. El sobrero, del mismo hierro, "Tabaquito"de nombre, fue poniendo poco a poco las cosas en su sitio. ¡Y qué sitio! Era bueno por los dos pitones, cumbre por el izquierdo, porque tomaba el engaño muy por abajo y la profundidad del viaje resultaba tremenda. Daba gusto verlo. En el ambiente estaba el triunfo. La necesidad de liberarse de la losa de la tarde. La entrada con un trofeo parece que se paga más a gusto. Lo picó perfecto el picador: una vara, en el sitio, medida y a casa. Un placer el trabajo bien hecho. Respeto al toro y al aficionado. Daniel Luque salió arrebatado, a sumar sí o sí. Hubo un par de tandas más ligadas, con más sustancia, aunque sin llegar a romperse de verdad con la embestida del toro. En algunos naturales se descubrió y nos dejó ver la potencia del Cuvillo, embestidas que por sí mismas emocionaban. Mediado el trasteo, tiró del pasado, clavó la espada y pegó un muletazo con cada mano, pero eléctrico, sin poso ni reposo. Tal vez la novedad ante los ojos acabó por conquistar al público. La irregular espada rebajó el premio. Una oreja. "Tabaquito"nos quedará a algunos en el rincón de los recuerdos.