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Irán irrita a Estados Unidos

Biden no descarta ninguna respuesta al complot terrorista y planea con la UE endurecer las sanciones

Irán considera que las acusaciones de complot son un intento de EE UU por desestabilizar Oriente Medio larazon

Nueva York, BRUSELAS- Con sanciones impuestas de forma unilateral o a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el complot para matar al embajador saudí en EE UU ayuda a Washington a aumentar la intensidad de su «batalla» contra Irán ante la comunidad internacional, a la que lleva años advirtiendo del peligro iraní.
Durante este tiempo, Rusia y China siempre han frenado las aspiraciones estadounidenses de aislar a Teherán en la ONU por su programa nuclear. Mientras, Francia y Reino Unido, miembros permanentes del Consejo de Seguridad, han servido de balanza para equilibrar las demandas estadounidenses ante Moscú y Pekín. Además, estas dos últimas capitales tienen importantes acuerdos económicos con Teherán.

El presidente Barack Obama llamó por teléfono al embajador saudí, Adel al Jubeir, para expresarle su apoyo después de darse a conocer el martes el plan para asesinarlo. Obama hizo hincapié durante la conversación en que «Estados Unidos cree que el complot es una flagrante violación de la ley internacional y estadounidense, y reiteró su compromiso de garantizar la seguridad de los diplomáticos que sirven en nuestro país», según un comunicado de la Casa Blanca, que ya prepara otro paquete de sanciones en el marco del Consejo de Seguridad contra Irán.

El vicepresidente Joe Biden reconoció ayer que «nada está fuera de la mesa», en referencia a la respuesta tras el intento de ataque. «Los iraníes van a tener que responsabilizarse», reconoció. Sin embargo, se descarta que Washington responda con el uso de la fuerza militar.
De momento, EE UU presiona a Europa para actuar coordinadamente contra Irán. Según reconocen desde el equipo de la jefa de la diplomacia europea, Catherine Ashton, la Administración estadounidense fue ayer muy «activa», y multiplicó los contactos con Bruselas, con diferentes alternativas «en discusión». Una de ellas, según explicaron las mismas fuentes, sería añadir nombres a la lista de personas sancionadas del régimen iraní –el paso más fácil a mano de los europeos dentro del rango de opciones que tiene–, lo que indica la cautela con la que está digiriendo Europa la trama, en comparación con un EE UU que pide celeridad. Este mismo lunes, la UE añadió 29 nombres más a la lista de personas a las que se prohíbe viajar a Europa y se les congela los activos en el continente.

El representante de la misión iraní ante Naciones Unidas escribió ayer una carta al secretario general de la ONU en la que indicó que «las alegaciones de EE UU son, obviamente, un movimiento político y una muestra de su animosidad contra la nación de Irán». Para Irán, el anuncio del complot responde a un intento de Washington de desviar la atención de las manifestaciones contra Wall Street. Estados Unidos todavía carece de la confirmación de que los líderes iraníes estuviesen al tanto de este intento de atentado. En cualquier caso, el incidente pone de manifiesto la rivalidad entre Irán y Arabia Saudí. Ambos países tienen una pugna por dominar los mercados de energía y tecnología nuclear internacionales sin olvidar la lucha por la influencia política en el Golfo Pérsico. Su batalla podría llevar a debilitar a los grupos prodemocráticos en Oriente Medio y dar fuerza a los islamistas. Por eso, Washington mide al milímetro sus movimientos para equilibrar la rivalidad entre ambas naciones.

Teherán y Riad no son enemigos naturales, pero sí compiten como productores mundiales de petróleo y por su defensa de su fervor religioso. En Irán, el que profesan los chiíes. En Arabia Saudí, el de los suníes.

 

Los zetas, a sueldo de Teherán
El FBI sospecha que el Gobierno iraní buscó ayuda de un cartel mexicano de drogas, Los Zetas, para asesinar al embajador de Arabia Saudí en Estados Unidos y para atentar contra embajadas en Buenos Aires. Los Zetas es una organización criminal que se formó a partir de un grupo de militares desertares y un indeterminado número de antiguos soldados de las fuerzas especiales de Guatemala. A principios del mes de marzo del 2010 se separaron del Cártel del Golfo, con el que libra una cruenta guerra para hacerse con el control del narcotráfico. Durante varias décadas, los narcotraficantes han evitado atacar a agentes, ciudadanos y propiedades estadounidenses para no llamar la atención. Pero las nuevas generaciones, y particularmente el cartel de Los Zetas, no parecen tener códigos ni miedo a las autoridades de Estados Unidos, informa Á. Sastre.

 

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