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Extravagante Gadafi

La Razón
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Cuando emergió como uno de los monjes negros de Rodríguez Zapatero, a José Blanco le apelaban Pepiño. Con el tiempo se operó la miopía, quitose las gafas, tomó clases de dicción para pronunciar las consonantes intercaladas, le hicieron ministro de Fomento y exigió que le apearan el diminutivo. Ya era don Pepone. Como la disartria es un trastorno vocal que parte de la mente, Pepone ha vuelto a Pepiño con un discurso de campaña en el que mezcla al ex presidente Aznar, Gadafi y Camps en una queimada de aquelarre.
Gadafi ha sido socialista panárabe, terrorista pre Al Qaida, penitente y amigo solícito de Europa occidental que le readmitió en sus brazos. Las transacciones, y no sólo las elecciones, hicieron que Merkel se pusiera de perfil.
Para amistad estrecha la que mantenía el de la jaima con Berlusconi, que acababa de firmar con él un acuerdo petrolero a 40 años. Agag, de apellido y ancestros magrebíes, puede negociar con el niño de Gadafi y con su dinero lo que le pete, porque su suegro no preside políticamente nada, ni siquiera es diputado, ni firma decretos o muda legislaciones.
El intento de don Pepone de expander humo sobre la familia Chávez le convierte en Pepito. Como se infantiliza no recuerda que Gadafi financiaba al Partido Socialista Andaluz de Alejandro Rojas Marcos y al Partido Socialista Popular de Tierno Galván, Morodo y el prohombre José Bono, abducidos por el PSOE.
Y en comparación con el libro negro socialista de sangre y dinero, los trajes de Camps invitan a darle una mano de tortas por desprolijo o a erigirle un monumento en la Malvarrosa por incorrupto.