Barcelona
Ahora en serio
Son las cuatro de la tarde del martes y me llaman desde Barcelona, donde ya está la avanzadilla sevillista, para advertirme del peligroso ardor guerrero que detectan quienes suelen husmear por los estercoleros de los radicales. Vamos a tener la fiesta en paz. Se contarán acaso con los dedos de una mano las personas que, entre los 90.000 que habrá esta noche en el Camp Nou, se tomen más a pecho el fútbol que un servidor de ustedes. Pues les puedo asegurar que no cambio seis goles de Kanouté por la sobremesa (si AENA lo permite) que voy a compartir con María José y sus colegas, que son más del Atleti que todos los becerros parafascistas del Frente juntos. Los ultras de uno y otro equipo han alimentado en los últimos años una rivalidad insana, odiosa, virulenta, excluyente… y han protagonizado sucesos que nos avergüenzan. El que quiera dar la nota, que se compre una flauta; y el que tenga ganas de bronca, que le dé una manta de hostias a la pared, a ver si se le cae la mano a cachos. Pero que no nos estropeen la excursión a los demás, que no tenemos culpa de sus traumas ni de su inadaptación. Y que gane el mejor, o sea, que gane el Sevilla.
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