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Afganistán

La violencia que no cesa

La Razón
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Hay zonas del mundo donde las masacres provocadas por terroristas alcanzan una similitud en las acciones y un número similar de muertos y heridos además de cuantiosos destrozos materiales que ya no sorprenden al ciudadano, son como una rutina informativa.

La capital financiera en la India, Bombay, es una de ellas y el atentado de ayer vuelve a recordar el de las Navidades de hace tres años con el ataque al hotel donde se hospedaba la delegación del Gobierno de la Comunidad de Madrid, presidida por Esperanza Aguirre. Pero esa violencia terrorista sucede también casi sin parar en Pakistán y Afganistán. Por lo general, las diferencias de población y el origen común de su pasado colonial hace, sobre todo a India y a Pakistán, dos eternos enemigos por los motivos que se quiera, desde el político, el religioso o el cultural.

También la demografía, con unas poblaciones todavía muy empobrecidas, en los dos países del subcontinente asiático, hace que sea muy fácil aprovechar la situación como caldo de cultivo para utilizar asesinos por poco dinero extraídos de los muchos barrios o tribus que son fáciles de reclutar.
Los gobiernos
de India y Pakistán se atribuyen las autorías de los atentados mutuamente. La Policía en estos países suele encontrar a los responsables de estos ataques, o por lo menos descubrir sus identidades. Pero el dolor que estos atentados producen en decenas de familias, tanto en la India como en Pakistán, eso queda generalmente en el anonimato.