Raúl del Pozo: «Hay que aprender a querer a los enemigos»

–«El reclamo». Una historia de maquis, un retorno al pasado. ¿Quería volver a lo que nunca fue?
–No, a la película de aventuras. Mi novela es un pequeño western.

–No sé si pensó alguna vez que le hubiera gustado ser maquis...
–No. Los conocí. Mataban para sobrevivir, no era una buena vida. Y la de sus perseguidores, la Guardia Civil, era peor. Dormían en pajares.

–A veces no nos gusta lo que encontramos en la memoria, pero buscamos.
–La literatura es memoria recreada. La memoria está llena de trampas.

–¿De qué prefiere no acordarse?
–De haber hecho alguna vez el ridículo. Los castellanos tenemos pánico a hacer el ridículo. Casi tanto como los vascos.

–Premio Primavera de Novela. ¿Hubiera merecido el de la Memoria Histórica?
–No. Es todo lo contrario de una apología a la Memoria Histórica.

–Su personaje, Julián, dice que se siente extranjero en todas partes. ¿Usted se siente extranjero en la España cainita?
–Sí. Me parece terrible que todavía estemos tirándonos piedras de una orilla a otra. Al menos antes se jugaban la vida; ahora es por la nómina.

–Dice que no quiere dividir entre buenos y malos, pero, aquí, si no divides, te dividen...
–Sí, pero en Europa conservadores y socialdemócratas hacen la misma política. La división de este país es más producto del marketing de los partidos que otra cosa. Ya no hay ideología, hay publicidad.

–Hubo héroes y villanos. ¿Ahora qué hay?
–Un largo invierno. Vale más un polvo debajo de un edredón en la tele que todas las novelas que se escriban en primavera.

–Su novela recrea la posguerra. ¿La suya fue dura o comía todos los días?
–Fue de alpargatas y pantalón roto, pero cazábamos, robábamos y éramos felices.

–¿Qué tendríamos que olvidar todos?
–El odio. Tenemos que aprender a querer a los enemigos. Hay que cuidarse de los amigos, los enemigos son unos caballeros.

–Dice que la gente está harta de la Guerra Civil...
–Y yo también. Se ha escrito más que de la guerra de Troya y no se termina de descubrir lo que pasó.

–¿Por qué?
–El problema está en que nuestros padres mintieron.

–Creo que la cosa empezó con Adán y Eva...