Suiza
El gancho suizo para retirar la chatarra
Además del proyecto de la ESA, otras agencias lideran programas similares para evitar las consecuencias de un desastre como el que ocurrió el 10 de febrero de 2009, cuando los restos del satélite norteamericano Iridium-33 se desperdigaron por la órbita terrestre, tras la colisión con el entonces ya abandonado satélite militar ruso Kosmos-2251, lo que hizo que ambos aparatos se partieran en más de mil fragmentos, según la NASA. Desde aquel momento, los «trocitos» del choque orbitan alrededor de la Tierra.
Una familia de satélites «limpiadores» suizos se encargará de eliminar piezas de basura espacial que orbitan alrededor de la Tierra y que suponen una amenaza para los satélites y las naves espaciales, con los que pueden colisionar. La Escuela Politécnica Federal de Lausana (Suiza) anunció en enero el primer proyecto de satélites desorbitadores, el «CleanSpaceOne», con el que pretende lanzar al espacio en el plazo de tres años un conjunto de satélites especialmente diseñados para este fin.
El proceso mediante el que estos barrenderos espaciales desorbitarán la basura se inicia con el lanzamiento de los satélites a entre 630 y 750 kilómetros de altura para, a continuación, ir aproximándose a la órbita del objetivo que se quiere eliminar gracias a un motor ultracompacto. A una velocidad de 28.000 kilómetros por hora, el «CleanSpaneOne» se reunirá con el blanco de su misión y lo abrazará con una especie de gancho, inspirado en los mecanismos de agarre de animales y plantas.
Una vez unidos el satélite limpiador y la pieza de basura, el primero utilizará su motor para lanzarse en compañía del otro hacia la atmósfera terrestre, donde, al entrar en contacto con los gases que la forman, se desintegrarán los dos artefactos a temperaturas superiores a los 1.000 grados centígrados. El coste aproximado de la fabricación y el viaje espacial de estos satélites será de 10 millones de francos (8,3 millones de euros). La primera víctima del CleanSpaceOne será uno de los dos primeros objetos puestos en órbita por Suiza: el Swisscube (lanzado en 2009) o el Tlsat (julio de 2010).
Razones
Un ejemplo práctico de la peligrosidad que suponen estos restos lo experimentó la Estación Espacial Internacional el pasado mes de enero. Entonces, se vio obligada a modificar su órbita para evitar la colisión con uno de aquellos fragmentos procedentes del satélite norteamericano Iridium-33, como explicó en aquel momento el Centro de Vuelos Espaciales (CVE) ruso. «La corrección de la órbita se llevará a cabo con los propulsores del módulo de servicio Zvezdá. Funcionarán durante 54 segundos e incrementarán la velocidad de la estación en 0,85 metros por segundo. Como resultado, la altura media de la estación se elevará en 1,5 kilómetros», expuso en una nota de prensa el CVE.
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