Sevilla
El gueto perroflauta por Lucas Haurie
En el antiguo arrabal popular de la Alameda se ha llegado a pagar más de un millón de pesetas por metro cuadrado construido. El perfil del comprador, en los años de la burbuja inmobiliaria, se ajustaba de forma milimétrica a lo que se conocía antes por «pijipi» o, como se dice ahora, al «perroflauta fashion». Esto es, rico de toda la vida o enriquecido gracias al poder socialista que macera en un progresismo radicalmente de salón la mala conciencia de su confort. La «gauche caviar» de cuando entonces, pero sin lectura de los poetas malditos ni cine-clubs, con el estudiado desaliño de siempre e idéntico relativismo que lo pone a salvo de hipotéticas contradicciones: nosotros lo hacemos todo bien y ellos lo hacen todo mal. Peatonalizada buena parte del barrio, excepto para residentes, y vedado el aparcamiento, menos para vecinos y propietarios de garaje, se oponen a la construcción de un parking. La insolencia de la derecha no conoce límites: no sólo se permiten ganar las elecciones sino que pretenden infestar sus bares y tiendas con los pestilentes habitantes de las VPO. ¡Con lo a gusto que está el vulgo indocto en los centros comerciales de Pino Montano! Habrá que poner guardas jurados en todas las antiguas puertas de la muralla.
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