Benedicto XVI
El Papa invita a Madrid a todos los jóvenes sean creyentes o no
«La calidad de nuestro encuentro dependerá, sobre todo, de la preparación espiritual, de la oración, de la escucha en común de la Palabra de Dios y del apoyo recíproco». Ésa es la receta de Benedicto XVI para que la multitudinaria Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011, el próximo agosto, sea un éxitoConsulte el texto íntegro del Mensaje de Benedicto XVI para las Jornadas de la Juventud de Madrid pinchando en DOCUMENTO
Y para apoyar esta «preparación», el Papa publicó ayer su mensaje oficial para la Jornada, un documento dirigido directamente a los jóvenes que empieza con las palabras «queridos amigos», recuerda con satisfacción las anteriores jornadas y menciona a menudo las experiencias y deseos que vivió siendo un joven en la Alemania de la Segunda Guerra Mundial y su dura posguerra.
Deseo de cosas grandes
Recuerda, por ejemplo, que «al pensar en mis años de entonces, sencillamente, no queríamos perdernos en la mediocridad de la vida aburguesada», y «queríamos la vida misma en su inmensidad».
Este deseo ambicioso ¿es cosa sólo de jóvenes? «No, el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito», afirma el Pontífice. Y nada más grande y menos aburguesado que Dios.
Por eso, el Papa afirma: «Si creéis, si sabéis vivir y dar cada día testimonio de vuestra fe, seréis un instrumento que ayudará a otros jóvenes como vosotros a encontrar el sentido y la alegría». Y añade: «Quisiera que todos los jóvenes, los que comparten nuestra fe y los que vacilan, dudan o no creen, puedan vivir esta experiencia, que puede ser decisiva para la vida, la experiencia del Señor Jesús resucitado y vivo, y de su amor por cada uno de nosotros».
El Papa también pide a los jóvenes huir del «conformismo con las modas del momento» y reclamar su derecho a recibir sus raíces. «Tenéis el derecho a recibir de las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestra vida, del mismo modo que una planta pequeña necesita un apoyo sólido hasta que crezcan sus raíces, para convertirse en un árbol robusto», escribe el Pontífice, y aprovecha para recordar que el lema del encuentro, tomado de la «Carta de Pablo a los Colosenses», dice: «Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe».
El Papa dudó de joven
Hablando una vez más de su juventud, Benedicto XVI confiesa que «después de la guerra, cuando en el seminario y en la universidad» estudiaba para el sacerdocio, «tuve que reconquistar esa certeza», la convicción de que Dios le llamaba a esa vocación. «¿Seré capaz de permanecerle fiel y estar totalmente a disposición de Él, a su servicio? Una decisión así también causa sufrimiento, no puede ser de otro modo. Pero después tuve la certeza: ¡así está bien! Sí, el Señor me quiere, por ello me dará también la fuerza. Estando con Él, llego a ser yo mismo», escribe.
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