Presidencia del Gobierno
Frente al delito sólo la Ley
ETA debe desarmarse y desaparecer, y a partir de ese momento sólo les cabe a sus integrantes esperar la generosidad de los españoles. Vivimos por fortuna en una democracia asentada y en un país avanzado, y sin embargo soportamos el fenómeno terrorista que más perdura en Europa. Nos ha acompañado desde el inicio de nuestro periodo democrático. Esta lacra nos ha costado mucho en vidas y sufrimiento, y ante ello, no cabe más final que la derrota, con el único instrumento que lo puede aniquilar, la estricta aplicación de la Ley, de toda la ley, con dignidad y ética. Si se hace así, no es necesario ningún esfuerzo de consenso, puesto que la aplicación estricta de la ley no se debate, siendo sólo necesario para ello honradez, valentía y determinación. No hay ámbito para la discusión, puesto que ésta, nos hace débiles frente al delincuente. A lo largo de la historia se han utilizado otros métodos que no han dado ningún resultado, el perdón de los delitos en el año 1977, la guerra sucia de los GAL, las diferentes negociaciones más o menos comprometidas o comprometedoras, siendo quizá el exponente más dramático lo ocurrido hace cuatro años.ETA debe desarmarse y desaparecer, y a partir de ese momento sólo les cabe a sus integrantes esperar la generosidad de los españoles. La política se hace en las instituciones democráticas a través de las mayorías legítimamente ganadas en los procesos electorales, y sólo por aquellos que aceptan y defienden los principios democráticos. Esto que es de Perogrullo, lo deberíamos tener todos interiorizado, y cuando se trata de luchar contra el terrorismo, como diría Churchill, cada uno debe hacer lo que mejor sabe hacer, y nada más, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del estado prevenir e investigar el delito; los fiscales ejercer la acción penal; los jueces enjuiciar y los responsables políticos prever instrumentos legislativos adecuados, algo de lo que en España, hemos estado muy faltos. Cuando en un proceso de lucha y extinción del terrorismo entra la política de lleno ocurre lo contrario, y se deja de hacer lo que hay que hacer, confiando en el ejercicio de la negociación política el éxito, tanto entre demócratas como con los que nos lo son, y ello suele ser letal. Siempre que se está del lado de la ley no solemos equivocarnos, nos fortalecemos, y siempre que la abandonamos nos debilitamos, abriendo huecos en nuestras defensas, que suelen ser utilizados por los delincuentes para atacarnos. Hay ciertos temas cuya politización es perniciosa, la lucha partidista ociosa, y el debate público bochornoso. Pero siendo esto así en general, conviene analizar con tranquilidad el debate, y definir las distintas posturas, porque podemos encontrarnos con que cuando lo que se debate, lo es entre la aplicación estricta de la ley o introducir ámbitos de negociación, nos encontramos ante una falso debate, y lo único que se produce es que algunos están sencillamente por el apartamiento del Estado de Derecho; con ello se abre un falso debate que polariza el tema y deslegitima todas la posturas en torno al mismo, de tal manera que lo excelente, el cumplimento estricto de la ley, comienza a ser un tema debatible y prescindible, y eso no nos lo podemos permitir. Lo mismo puede ocurrir en la actuación judicial, y así, cuando el debate político sobre un tema se instala en el proceso y provoca un enfrentamiento intelectual, no es bueno; pero cuando además el debate se centra entre los que se someten a la ley, y los que creen que los marcos legales son superables cuando el fin lo justifica, el problema comienza a ser insoportable; la sociedad percibe la repuesta judicial como politizada y como una mera traslación al procedimiento y su resolución, del debate entre políticos. En este país el problema no es cómo se elige a los miembros de los altos órganos judiciales, sino los comportamientos personales, no hay sistema que nos haga inmunes a las debilidades personales. La solución pasa por un reforzamiento de la responsabilidad democrática, y que cada uno haga lo que tiene que hacer, y lo haga bien. El problema de llevar el debate político a lo jurídico es que la deslegitimación es plena, abarca a todos, por mucho que pueda concitarse una postura de mera defensa de la aplicación de la ley. Nicolás Pérez Serrano en su discurso de ingreso en la Academia de Ciencias Morales y Políticas, «La obra política de un gran juez (Juan Marshall)», decía: «Lo que está vedado al juez es la política insignificante y concupiscente, nunca la colaboración generosa y abnegada por una tarea de rango nacional. Y ésta cabe siempre en todas las latitudes del planeta, y especialmente cuando se trata de los órganos en que remata la jurisdicción». Por eso conviene no abrir debates de mero entretenimiento y buscar soluciones, que como dije antes pasa por reforzar los principios democráticos y morales en una democracia, y buscar la excelencia y la entereza moral, nada más y nada menos.
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