San Sebastián

Una espera entre rezos y «flashes» para venerar a un «gran amigo»

Muchos de los peregrinos que contemplaron ayer la beatificación de Juan Pablo II quisieron culminar su experiencia de fe venerando durante unos segundos el cuerpo sin vida de su «gran amigo», que reposa en su triple féretro, colocado delante del altar central de la Basílica de San Pedro.

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Una vez concluida la ceremonia, Benedicto XVI fue el primero en besar su ataúd y rezar durante unos minutos frente a él. Le siguieron los cardenales concelebrantes, los obispos, autoridades y miembros de las delegaciones oficiales que lo desearon y, luego, una incesante marea de fieles. Las colas de peregrinos salían ayer de la plaza de San Pedro y alcanzaban la vía de la Conciliazione.

Según el vicedirector de la Sala de Prensa de la Santa Sede, el padre Ciro Benedittini, al menos 12.000 personas a la hora pasaron frente al féretro de Juan Pablo II. El flujo, que se mantuvo constante, hace que se estime que más de 150.000 personas veneraron los restos del nuevo beato. Los fieles tuvieron que hacerlo con prisa, ya que el personal vaticano pedía que se detuviesen sólo durante unos segundos para intentar acelerar las colas. Una vez concluidas las celebraciones, el féretro será trasladado a una capilla del templo vaticano, para permitir una mayor afluencia de fieles en el futuro.

El féretro será colocado en el nuevo lugar en la tarde noche de hoy. Dicha capilla es la de San Sebastián, situada entre la que acoge a la «Piedad», de Miguel Ángel, y la Capilla del Santísimo. El féretro de Juan Pablo II se encuentra ante el altar de la Confesión de la Basílica y sobre él se ha colocado una copia del Evangelio de Lorsch, abierto y apoyado en un cojín tejido con decoraciones de oro, además de una corona de flores con los colores vaticanos: amarillo y blanco. La Guardia Suiza se ha ocupado de custodiar el ataúd del nuevo beato.