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José Luis Corral: «Al ladrón del códice le han podido pagar medio millón»
El autor publica una novela basada en el robo del Códice Calixtino
Un libro manuscrito. Un robo. Una catedral. Una fecha simbólica. Y un secreto que nunca debe salir a la luz. José Luis Corral no necesitó recurrir a la imaginación. Al hallazgo de una trama histórica. Encontró la inspiración en la realidad: la sustracción del Códice Calixtino del archivo de la sede compostelana. Ladrones, misterios, gángsteres del arte... Lo tenía todo. El historiador sólo necesitaba sentarse a pensar, documentarse y escribir. Y así lo hizo. Desde el primer día. «El códice del peregrino» (Planeta) es el resultado. Su autor nos cuenta ahora las entrañas del mercado negro del coleccionismo.
-¿Por qué se ha robado?
-Hay dos posibilidades. Por encargo. Un coleccionista internacional. O por «vendetta». Alguien que deseaba vengarse de los canónigos o de la catedral por razones desconocidas.
-¿Cómo sucedió?
-Es lo más extraño. Fue un robo limpio. No se forzó ninguna puerta o ventana. Tampoco se sabe el día en que ocurrió. El 7 de julio es cuando lo comunican. Pero no se había enseñado el original desde hacía un mes y medio.
-¿Existían medidas de seguridad?
-No eran las apropiadas. Había un plan de 17 millones de euros para proteger la catedral, pero la crisis lo detuvo. Había veinte cámaras, pero no estaban ubicadas en los lugares apropiados. La gente puede circular por el archivo y la catedral con impunidad. Entras por el pórtico o platerías y no hay ningún control. Puedes coger cualquier objeto y llevártelo. Pero eso ocurre en casi todas las iglesias y catedrales de España, y del mundo.
-¿Dónde puede estar?
-Ni idea. Pero el ladrón sabía lo que quería robar. Iba a por esa pieza. Al lado del Códice Calixtino están el Tumbo A y el Tumbo B, dos obras que tiene el mismo o más valor económico, pero sólo se llevó esa obra. El que perpetró la sustracción no quería nada más.
-¿Quién puede ser el ladrón?
-No dejó ningún resto material. Nada de ADN, nada de saliva. Eso da una pista de la mecánica del robo. Quien lo cogió, lo hizo por motivaciones económicas. Alguien le pagaba a él para que cometiera el delito. Es muy probable que estuviera relacionado con la catedral, porque no había nada forzado.
-¿El destino de una pieza así?
-No se puede subastar. Es muy conocido. La única oportunidad es el mercado negro.
-¿Por qué encargan estos robos?
-Por obsesión. Fetichismo. Es algo que surge a partir de mediados del siglo XIX y que se ha prolongado en el XX. Alguien que desea tener en exclusividad una obra extraordinaria. El fetichismo de poseer una obra única es lo que promueven los robos de arte de este tipo.
-¿Cuál es el valor del códice?
-La última vez se estimó en seis millones de euros. Quizá más. En una subasta podría alcanzar los cuatro millones. Al ladrón puede que le hayan pagado medio millón o un millón como mucho. Desde luego no habrán dejado pruebas.
-¿Dónde se venden?
-En Suiza existe uno de los mercados más importantes para manuscritos de este tipo. Zúrich es un centro de distribución de estos documentos.
-¿Y el destino final?
-Lo más probables son las mafias. El mercado que existe en Moscú, China, Singapur, algunos países árabes. En Oriente se ha producido una gran demanda de arte occidental. Fue a partir de la compra de cuadros de Vincent van Gogh por las grandes corporaciones financieras. Muchos coleccionistas se sumaron.
-¿Por qué esos lugares?
-En 1990 y 1991, con la descomposición de la URSS, muchos museos de las ex repúblicas soviéticas fueron desvalijados. Se vendían las piezas. Pero no es el único caso. El Museo de Bagdad, durante la segunda Guerra del Golfo, perdió 3.500 objetos. Incluso soldados norteamericanos se llevaron estatuillas o joyas. Algunos se recuperaron. Otros, no, entraron en el mercado negro. Pero con todo eso puedes hacer un museo. Es algo que ha ocurrido mucho con algunos conflictos recientes.
-¿Algún caso reciente más?
-Yugoslavia. Se dijo que habían ardido todos los libros de la Biblioteca de Sarajevo cuando fue atacada. Pero no fue así. No es cierto. Muchos códices sobrevivieron y desaparecieron después porque los robaron.
Más arte español
En los años de la Guerra Civil se quemaron iglesias y se destruyó parte del patrimonio. Pero también se saqueó mucho. «En varios museos norteamericanos encuentras obras españolas del siglo XV o XVI de procedencia desconocida, y que son claramente españolas. Muchas grandes colecciones han adquirido piezas de dudoso origen», explica José Luis Corral. Y pone como ejemplo «beatos del siglo X o tablas góticas. Se aprovechaban de que el párroco quería reparar la iglesia y, para conseguir dinero, vendía un cuadro».
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