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Del Muro de Berlín a Belén Esteban

El autor del estudio sociológico sobre la de San Blas desvela las claves que explican por qué logra enganchar a los espectadores. «Con ella se ha creado la hiperrealidad», dice

Belén Esteban, rompe todos los límites con la exposición de su vida
Belén Esteban, rompe todos los límites con la exposición de su vidalarazon

«Ni que fuera yo Bin Laden», dice Belén Esteban enfadada por la persecución que sufre sin ser consciente de que, si bien no tiene nada que ver con Al Qaida, su éxito televisivo sí tendría que ver con el final de la Guerra Fría y de la división del mundo en dos bloques. Toma ya. Al menos así lo valora Miguel Roig, el autor del estudio «Belén Esteban y la fábrica de porcelana» (Editorial Península), que verá la luz el próximo mes de octubre. Cuando al director creativo de la multinacional de publicidad Saatchi & Saatchi se le pregunta por las razones que explican el poder seductor hacia la audiencia que posee la de San Blas no tiene duda alguna en remontarse al 9 de noviembre de 1989: «Con la caída del Muro de Berlín, se produce un reordenamiento del mundo y las certezas que hasta ese momento se tenían comienzan a resquebrajarse. La visión de la vida que se tenía entonces ha cambiado de forma vertiginosa en esto treinta años. Por ejemplo, se han perdido los referente en materia de valores y hemos pasado de un mundo sólido a un mundo líquido», apunta Roig.

Desde esta volatilidad moral, el autor del libro explica el triunfo del fenómeno de los culebrones y los «reality shows». «Belén Esteban va más allá y crea un híbrido con estos dos géneros televisivos: lo suyo es la hiperrealidad», comenta, y, para defender su tesis, echa mano de la tendencia pictórica nacida en los 60 en Norteamérica que busca reproducir la realidad con una fidelidad y objetividad que trata de superar a la fotografía. «De la misma manera que esos artistas se obsesionan por retratar de forma minuciosa cada cabello, tú miras a Belén a través del televisor y te detienes en muchos más elementos que la pura narración: observas el gesto, el llanto...».


La vida en directo
De los «reality» a lo «Gran Hermano» asume aquello de «conectar con la vida en directo» –que diría Mercedes Milá–, pero en este caso sin limitar su campo de acción a la casa de Guadalix ni el tiempo a los casi tres meses que han vivido los concursantes de «Supervivientes» en Nicaragua. «Aquí hay una historia verdadera que trata de superar a la realidad. Por ejemplo, Jesulín y María José Campanario existen, tienen un libro de familia, no son actores», recuerda. A esto se añade lo mejor de las telenovelas, de donde se toma el ritmo narrativo con una trama más que interesante. A saber: la ex de un torero famoso que saca adelante a su hija, se vuelve a enamorar, ejerce de madre coraje, rehace su vida, tropieza, cae, se vuelve a levantar, se casa, amenaza con separarse... Y todo, con otro aliciente más que supera con creces la identificación que el espectador tenía con la doliente Mariana de «Los ricos también lloran», el sufrimiento de la cieguita Grecia Colmenares en «Topacio», los deseos ocultos que generaba en algunas espectadoras el visionado de «Pasión de gavilanes» o el fracaso de las rubias multioperadas en «Betty la fea». «En la historia de Belén no sabemos cuál es el final, es una historia que se escribe todos los días, algo que el espectador vive con el mismo apasionamiento con el que experimenta si mañana va a tener o no trabajo en un mundo donde todo cambia de un día para otro».

Sólo desde esta perspectiva se entiende que el pasado mes de diciembre su nombre fuera lo más solicitado en Google en toda Europa, sólo por dentrás de la muerte del jugador de fútbol americano Chris Henry, experimentando un crecimiento del 5.000 por ciento en sus búsquedas. ¿El motivo? La operación de cirugía estética a la que se sometió y que llevó a los internautas a liarse la manta a la cabeza y hacerse con el antes y el después de su nariz. La revista «Lecturas», publicación de cabecera de la copresentadora de «Sálvame», vendió 400.000 ejemplares de la entrevista en exclusiva que concedió con su nuevo rostro, un récord histórico de ventas. Dicen que hasta «¡Hola!», que se resiste habitualmente a hacerle hueco en demasía a Belén, se planteó poner sobre la mesa unos cuantos miles de euros, pero ella lo rechazó «porque "Lecturas"me ofreció entrevistas cuando lo necesité», dijo la Esteban. Lo cierto es que esa retransmisión en directo de los altibajos personales de la princesa del pueblo interesan más allá de lo que ella cuenta en las publicaciones del papel couché y explica con detalle en las horas de emisión del magazine en el que colabora. Así, a las pocas horas de iniciar las vacaciones que todavía disfruta en Benidorm, los paparazzi ya distribuían decenas de imágenes de la popular diva paseando por la ciudad, saliendo de almorzar de Casa Pepi, comprando unas chanclas en una tienda playera y entrando en el supermercado.

Y aunque Roig no se atreve a afirmar que el fenómeno Esteban sea único en el planeta, sí establece comparaciones con el otro lado del Atlántico. «En el programa de Oprah Winfrey, Belén habría durado una hora, porque la mentalidad estadounidense se detiene en el psicoanálisis y la autoayuda. De ahí el triunfo permanente del "talk show", donde se busca analizar por qué sufre el invitado y se exterioriza el sentimiento». En nuestro país, en cambio, atrae «la capacidad narrativa de la protagonista, que no hay que subestimar. Es una de sus grandes bazas». De ahí que el autor del estudio esté convencido de que «si Belén deja de sufrir, Telecinco se queda sin programa. Ella misma no se cansa de repetir que trabaja. Y lo hace en un lugar donde expone sus sentimientos. Cobra por sufrir». Y por vender sartenes con su firma.

Este creativo publicitario insiste a LA RAZÓN que su libro «no está escrito con desdén a la figura de Belén ni tiene adjetivación adversa. Es simplemente un acercamiento al fenómeno que representa, planteando algunas hipótesis y abriendo preguntas». Así, se cuestiona la influencia que ha podido tener el discurso de la madre de Andreíta entre la clase política, pues considera que de un tiempo a esta parte los líderes de los principales partidos buscan adaptar su lenguaje al estilo «Sálvame», esto es, mostrarse con frescura, ser espontáneos, realizar ataques personales al adversario...


Accidentes inesperados
Sin entrar a juzgar si la Esteban juega un papel de víctima o verdugo, así como la factura de este protagonismo en su vida personal –«ése no es mi objeto de estudio»–, Roch explica que «todo está muy calculado, como en la lucha libre americana, donde los golpes son ficticios y sólo duele cuando hay un accidente. Lo que ocurre es que en este caso, si ocurre algo, los demás no lo sufren, la que lo siente es ella porque en el fondo es su vida». En este capítulo de siniestros entrarían escenas como la investigación del Defensor del Menor por la sobreexposición de su hija en los medios de comunicación, las crisis matrimoniales con Fran agudizadas por lo que de ella se dice en televisión...

Así, y con la investigación cerrada, ¿le gustaría a su autor conocer a Belén Esteban? «Ya la conozco, nos lo ha contado todo por televisión. Es ella la que no me conoce a mí, pero eso es lo de menos».


Y el coro griego que la adula...
La elaboración de «Belén Esteban y la fábrica de porcelana» (Ed. Península) le ha llevado a Miguel Roig a valorar el mérito del éxito de la de San Blas: «Hay que tener en cuenta que ella no es en su origen un personaje famoso, sino lo que podríamos denominar ‘‘famoso por relación''». Esto es, se hizo popular por su romance con el torero y no por su labor profesional. A partir de ahí se generó un universo planetario en el que el sol dejó de ser Jesulín de Ubrique a pesar de darle la alternativa y todas las tramas comenzaron a girar en torno a su ex, que es ahora la que genera empleo cada vez se introduce algún satélite que busca entrar en juego. «Así, todos los colaboradores de los programas del corazón que retroalimentan este fenómeno funcionarían como los coro griegos propios de las tragicomedias», detalla Roig. Esta apreciación del creativo publicitario llevaría a analizar un nuevo fenómeno que sería el del periodista que deja de ser un mero transmisor de la información para convertirse en protagonista de la misma. Véase la lucha encarnizada que la Esteban mantiene con Pepa Jiménez, otrora amiga y que ahora se ha convertido en la adversaria de turno. Eso sí, con permiso de María José Campanario, su enemiga perpetua, a la que ha dejado descansar por vacaciones.


De la Guerra Fría al «ma-to»
Miguel Roig considera que el triunfo televisivo de Belén Esteban guardaría una estrecha relación con el cambio que se produjo en la sociedad desde la caída del Muro de Berlín, una teoría verosímil, a pesar de lo llamativo que puede resultar relacionar a Gorbachov con el pollo de Andreíta.

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