Zaragoza
La pantera rosa por Martín Prieto
Belloch, biministro de Interior y Justicia, hoy alcalde de Zaragoza, por mal nombre «el cochero de Drácula», leía el correo y los informes que le hacía llegar Paesa utilizando unas pinzas para no dejar sus huellas dactilares en aquellos papeles. Tiempos de peligro en los que convenía entrar en el despacho del hombre que buscaba a Roldán con guantes de quirófano. Paesa mantenía oculto en el Gran París a Roldán hasta que a éste se le acabó presuntamente el dinero y, agotada la fuente, cobró una importante cantidad de los fondos reservados para organizar la pamema de la entrega del prófugo en Bangkok por un capitán Khan, laosiano, actor de reparto en un cabaret de París. Paesa es un monumento a la picaresca nacional, pasante de notario, beneficiario de una «pesca milagrosa» en Guinea Ecuatorial, vareador en Suiza de la bella viuda de Sukarno y de esos financieros que tienen sus oficinas en la suite del mejor hotel de Laussana. Hacía chapuzas de baja estofa para la Policía como presionar y pagar a las mujeres de Amedo y Domínguez, primeros hilos de los GAL. El perillán se presentaba como agente secreto y hombre de nuestros servicios secretos de información (¡que lo era!) pero usaba el disfraz de la pantera rosa. Podía citarse con un periodista en una cafetería sin quitarse el casco de motorista, aun siendo reconocible por su escasa estatura, o publicar su esquela mortuoria en el diario «El País» rogando oraciones por su alma. Si no se han jubilado, debe haber veinte magistrados que tienen importantes preguntas que hacerle, pero ni ellos, ni Belloch, ni los implicados en los GAL, ni siquiera Luis Roldán tienen ganas de volver a verle. Los gobiernos no extraditan a sus basureros.
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