Historia

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Frustración una más

La Razón
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La evocación de la Guerra Civil constituye otra frustración de Zapatero. Es cierto que con su campaña de la Memoria Histórica ha logrado reavivar sentimientos de revancha en sectores de su partido y de la izquierda, pero ha fracasado en lo esencial: la gran mayoría de los españoles quiere olvidar. El problema emerge cuando el presidente del Gobierno es uno de ese 6,7 por ciento que no desea superarla definitivamente. No tiene sentido empeñarse en cambiar la Historia. Como ha sucedido en casi todas las guerras. Unos vencen y otros pierden. Es poco inteligente empecinarse como objetivo prioritario en modificar el resultado de Lepanto, de la Guerra de Secesión o de la Revolución rusa. Alguien dijo con acierto «La guerra nunca es gloriosa, nunca es una aventura. La guerra tiene verdaderamente el sabor del infierno». El error de Zapatero aumenta por actualizar un problema que la Transición española había prácticamente resuelto mediante el acuerdo constitucional y la entrada en la normalidad democrática. Coincido con lo expresado ayer en el editorial de LA RAZÓN: «Los políticos tendrán que dar paso a los historiadores y dejar que la contienda fraticida se transforme de una vez por todas en objeto de estudio por los expertos y en una oportunidad para aprender de los errores». Cuando Zapatero haga recuento de sus logros y fracasos, la retrospectiva mostrará un sinfín de frustraciones por algunas alegrías. La Guerra Civil asoma como una más de sus decepciones y se suma a la disolución de ETA, a la marginación del PP de la vida política, a la desaparición de la Iglesia... Demasiadas juramentaciones como para hacerlas realidad. Así es la vida.